Unos 200.000 niños viven como esclavos en Haití debido a un sistema en el que familias pobres «traspasan» a chicos a otras familias menos pobres, de clase media o alta a cambio de educación, casa y comida, lo que en la mayoría de los casos no se cumple, denunció la Unicef.



La situación es difícil para gran parte de los 4 millones 316.000 niños y adolescentes menores de 18 años, entre ellos un millón 259.000 menores de cinco años, de una población total de cerca de 10 millones de habitantes.

De ese conglomerado, entre 30.000 y 50.000 viven en alguno de los 1.000 centros de acogida de los que solamente 147 están registrados (según el gobierno, 500 según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia Unicef), y otros 2.000 niños sólo deambulan por las calles.



Y 300.000 chicos viven en algunos de los 800 campamentos hacinados que se instalaron días después del terremoto del 12 de enero del año pasado.

En uno de esos lugares, en el que alguna estuvo el campo de golf de Puerto Príncipe, Julot Laurette Pierre (8 años) e Ismael Paul (9 años), dos niños haitianos que perdieron a sus padres en el sismo, son felices como pueden.

«Miles de niños haitianos viven expuestos al abuso, a la explotación y a la violencia», dijo a Xinhua Virginia Pérez, coordinadora del Programa de Protección a Nivel Comunitario de Unicef.

Viviendo con sus parientes, quizá Julot e Ismael, se libren de convertirse en «restavek», una palabra derivada del francés reste avec (quedarse con, en español) que define a los niños que viven como esclavos.

Pérez dijo que la gran mayoría, niñas sobre todo, no recibe paga y hasta son víctimas de abusos sexuales, físicos y sicológicos, como ya lo destacaba un estudio de la Fundación Panamericana de Desarrollo en 2009.

El año pasado, un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre Trata de Personas se refería a la existencia de hasta 300.000 «restavek» y definía al fenómeno como una «convención social» profundamente enraizada en la sociedad haitiana.

«Es necesario hacer un trabajo enorme de sensibilización con las familias que reciben a los niños y con las que los entregan», dijo la representante de Unicef, organismo que ya en 2002 hablaba de 172.000 niños esclavos: 30.000 más en nueve años.

«Es la complejidad de Haití… no hay otro país como éste», comentó Pérez.

El 12 de enero de 2010 sesenta segundos acabaron con los pocos avances que Haití había conseguido en 2009. Además de fracturar al gobierno, el terremoto de 7,3 grados dejó 222.570 muertos, 300.000 heridos y un millón 300.000 damnificados, casi el 15 por ciento de toda la población haitiana.

Y miles de huérfanos. «No se sabe dónde están los padres de 5.000 niños», dijo Pérez a Xinhua, en una carpa cerca de su oficina ubicada en la base de la Misión para la Estabilización de Haití (Minustah), en una explanada cerca del aeropuerto de la capital haitiana.

La funcionaria de Unicef explicó que de esos 5.088 niños, exactamente, el 40 por ciento ya estaba separado de sus familias antes del terremoto y que 2.600 se separaron después del sismo.

Hasta el momento 1.300 niños han sido reunificados y sólo sobre 2.000 se tiene la certeza de que perdieron a sus padres. De los otros 3.000 se está averiguando: los chicos dibujan dónde vivían antes de enero del 2010 y cuentan si había un parque o un árbol frente a sus casas. Allí empieza el trabajo: un centro de llamadas, mapeos, el rastreo paciente para reunificar a los hogares.

«Es como buscar una aguja en un pajar», comentó Pérez. Algunos que vivían en Cité Soeil o Carrefour, zonas pobres de la parta baja de la capital, ahora viven en Petion Ville o Delmas, en zonas de clase media donde también hay refugios para los damnificados.

Pérez dijo que esos niños, y las mujeres, sobre todo, son los grupos más expuestos a sufrir violaciones o abusos debido al hacinamiento y a la falta de seguridad.

Actualmente el número de refugios se ha reducido de casi un millar a la mitad y las personas que habitan en los campamentos ha bajado a 800.000. Según Naciones Unidas, 119.000 se mudaron al departamento de Grand-Anse, en el extremo occidental de la isla.

Entre tanta miseria, en el campamento donde están ahora, Julot e Ismael van a una escuela habilitada por Unicef ya que el gobierno prohibió que se construyeran de concreto para que los damnificados no piensen que se van a quedar para siempre.

«El Estado trata de hacer lo posible para garantizar la seguridad de la infancia, para darles protección, pero estamos en una situación difícil», dijo a Xinhua Jeanne Bernard Pierre, directora de la Oficina de Bienestar Social, una dependencia del Ministerio de Asuntos Sociales haitiano.

Bernard Pierre habla en sentido general de los niños cuyos padres murieron, de los que deambulan por las calles, de los que viven en los campamentos para damnificados y de los que son entregados o que son secuestrados para traficarlos dentro y fuera del país.

El año pasado Unicef denunció que 15 niños desaparecieron de varios hospitales tras el sismo y días después 10 estadounidenses «que supuestamente formaban parte de una misión para rescatar a huérfanos», fueron detenidos cuando trataban de llevarse a 33 niños a República Dominicana sin la documentación requerida.

En marzo, dos haitianos y una boliviana fueron capturados en Bolivia acusados de tratar de traficar a 20 niños y adolescentes con fines de explotación sexual y laboral.

Hace sólo cuatro semanas, Sigfrido Pared Pérez, director general de Migración de República Dominicana, dijo en Santo Domingo que 44 niños (37 hombres y siete mujeres, 10 de ellos menores de un año), fueron rescatados de una red de traficantes que los tenían retenidos en una guardería en la capital dominicana.

El Cesfront, el Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza, el mismo día, informó que había rescatado a 12 niños haitianos que eran traficados por Dajabón junto a otros 150 ilegales.

Sólo en 2010, la Brigada de Protección al Menor, una división de la Policía Nacional Haitiana que cuenta con apenas 70 efectivos, evitó el tráfico ilegal de 12.000 niños: entre 100 y 200 por el aeropuerto Toussaint Louverture, en la capital de Haití, y el resto por la frontera con República Dominicana.

También el año pasado, el Departamento de Estado de Estados Unidos informó que el tráfico de niños haitianos para explotación sexual y laboral a República Dominicana y Bahamas registró un agudo aumento desde 2008, situación que según los organismos internacionales empeoró en 2010 tras el terremoto.(
Fuente:AlMomento.net