Son muchas las personas que han puesto en duda y hasta han cuestionado el estilo del manejo de nuestra democracia desde el 30 de mayo de 1961, hasta la fecha, sin tomar en cuenta la repercusión de la misma en lo positivo.



Si bien es cierto que en dictaduras hay luces y sombras, y que sectores como la educación, salud, seguridad, electricidad etc., en muchos casos se trabaja en buena lid y se le cumple al pueblo, también es cierto que se toma en cuenta lo malo, lo despótico, del régimen de turno. Eso es normal.

Trujillo manejó ésta sociedad a su gusto y semejanza, sin lugar a dudas, e hizo con el pueblo lo que quiso, lo que le llegaba a la mente, quitándole la esperanza de vivir al vivo, por el desencanto que proyectaba en su accionar, cual inhumano .



Es lamentable que haya personas en estos tiempos, en los medios inclusive, enarbolando la “despótica era”, olvidándose de las tantas cosas que se hizo, que sólo en 1937 se ajusticiaron miles de nacionales haitianos, cuya cantidad todavía no se dice oficialmente, por la variación que hay en ella.

No es posible que se esté deseando una era, una época, una pesadilla como esa, en momentos donde se disfruta de una notoria democracia, y que querramos o nos guste o no uno o tal gobierno o partido, debemos admitirlo a viva voz, porque al final todos hemos sido beneficiados de ella.

Solamente de ver y leer parte de la historia de ese régimen (1930-1961) agradecemos a Dios que, no solamente nosotros, sino familiares o allegados a nuestros, no pasaron por las garras de ese individuo endemoniado, que lo único que hizo es dejarle una negativa imagen suya a la sociedad y quitarle la vida a los que por caprichos suyos entendía que era necesario. Qué monstruo.

No es verdad que las dictaduras son buena, aunque hayan tenido su lado positivo, porque a la postre lo que las caracteriza es el maltrato a indefensos, a infelices, hombres y mujeres, que en muchos casos ni tuvieron que ver con la vida pública-política, es decir que muchos desaparecidos no le hicieron oposición a su régimen y aún así desaparecieron por él.

El que ve, solamente en imágenes, la silla eléctrica y la forma de cómo ejercían las torturas puede darse cuenta del estilo de escarmiento de la época, imagínense ustedes los que estaban ahí presentes, tanto en las torturas como en la silla eléctrica. Es duro.

Todavía no salgo del asombro de la clase de monstruo que éste pueblo tuvo durante tres décadas y algo, en la incertidumbre, persecuciones, zozobra, ¿quién lo va a desear?

Redactado por Robinson R. Gálvez Lay
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