Cárcel de Najayo-Hombres.- Hará unos 10 días que recibí en mi despacho en la Cárcel Modelo de Najayo Hombres a cuatro jóvenes estudiantes de derecho de Unibe. Sus edades oscilaban entre los 19 y 21 años. Sus profesores les habían ordenado un trabajo sobre el sistema penitenciario dominicano y ellos andaban investigando. Querían saber si efectivamente era posible regenerar a quien se le reputa culpable de un hecho castigado por el andamiaje legal dominicano. Mi respuesta respaldada por 40 años trabajando educación, 10 en el sistema de cárceles dominicano, fue que efectivamente era posible. Sin embargo, les advertí que la regeneración no era un proceso mecánico y que había que promoverla y medirla caso por caso

No puede confundirse, les dije, ocupar la gente con rehabilitarlos. Lo primero es relativamente fácil si se tienen los recursos materiales y humanos. Lo segundo, es mucho más complejo pues exige ciencia, voluntad, renuncia, compromiso, esperanza y la creencia de que es posible de parte de todos los involucrados en el proceso. Entonces, en mi afán de ilustrar los potenciales, incluí en mi respuesta algunas estadísticas que había escuchado recientemente de boca de uno de los principales ejecutivos del sistema penitenciario dominicano.



A diferencia de Twain yo no me cuento entre las que piensan que las estadísticas sean la máxima expresión de la mentira. Del mismo modo, tengo que decir que lamenté cuando pude comprobar el recelo contra toda declaración oficial, incluidas las estadísticas, que me demostraron mis jóvenes visitantes. Sin embargo, el estilo fresco de estos muchachos me hizo revisar mi actitud y producir eventualmente una respuesta que es lo que hoy, con el perdón del lector, me permito compartir:

“Ustedes tienen razón, los números no me dan seguridad. Si yo no me siento más segura cuando la P.N., Ministerio del Interior, DNCD o cualquiera de esas otras instituciones hablan de una reducción en la tasa de la delincuencia, entonces nadie tendría que pedirme que me sienta más segura porque tanto por ciento de la gente se rehabilita. Como miembro de la sociedad que ha sido víctima de las faltas de estos hombres y mujeres, antes que números, yo preferiría poder seguir la ruta crítica que defina las razones, las que sean, que llevaron desde el punto de vista conductual a infringir la ley



. Igualmente me gustaría conocer cómo y cuál tratamiento ha sido aplicado bajo la tutela del sistema penitenciario para primero atender y luego resolver esa o esas inconductas. Si pudiera conocer esa información, si pudiera comprobar empíricamente que se ejecuta un programa que toma en cuenta las individualidades, entonces seguramente se me haría más fácil creer y confiar.”

Puede que sea un reclamo injusto, demasiado complicado y si así fuera ruego me disculpen. Pero es que los muchachos me recordaron que la enfermedad no está en la sábana.

Por Sor María Mesens de Ciudadoriental