Sin dudas es el más polémico comentarista, la boca más temida por todos. Más de un millón de personas suele escucharle cada mañana desde su gobierno en la radio. Hay quienes han hecho reposar su éxito en la iconoclastia del estilo cual hace galas este provecto comunicador más, hacer descansar en el uso de soeces vocablos la repercusión del mismo se me antoja bastante superficial.



Para explicarnos la razón de ser de la denominada «Enciclopedia humana« debemos reenfocar el análisis hacia la naturaleza histórica de nuestro país. Desde Santana a Trujillo llegando a los desaciertos de nuestros fantoches demócratas y muy a pesar de todos ellos, el vicho dominicano vive y colea, no obstante lo engendrado tras un aparataje de intermitente republicanismo ha sido un pueblo de mentalidad colectiva muy peculiar.

República dominicana se ha forjado en la desgracia, partimos de una esperanza ignorantes del infierno a vivir como nación. Somos un pueblo de marginados y, dicha marginalización crea un resentimiento colectivo generador de un malestar latente en nuestra sociedad, por ello somos una nación de resentidos sociales como fruto de esa marginalización siendo la falta de oportunidades la más evidente prueba de su existencia.



Pero cuando el malestar es constante: anexiones, dictaduras, magnicidios, invasiones, ciclones y desfalcos bancarios, se crea un mecanismo psico-biològico productor de placer cuya base es el dolor mismo, gracias a ello este pueblo ha logrado sobrevivir. En otras palabras: mientras para otras naciones el masoquismo es una psicopatología, nosotros nos hemos visto forzados a hacer del mismo un mecanismo de supervivencia. Y esto como se relaciona con Álvaro Àrvelo ¿?

Álvaro es un alter ego del dominicano marginado –es decir para su gran masa de oyentes- él es ese reflejo del hombre con poder de decir cuánto le venga en gana a quien sea, anhelado por ellos en su condición de individuos varados al margen de la sociedad, son civiles sin la igualdad de oportunidades de esa proclamada sociedad civil. Unido a su condición de alter ego esta su reiterado y ácido trato a los oyentes como forma de sacar provecho a ese masoquismo llevado a flor de piel. En otras palabras este señor conduce a su audiencia con látigo en mano. Nuestra larga carga de infaustos desaciertos nos ha convertido en los desgraciados a ver en este hombre un héroe, mientras la forma de explotar un masoquismo latente en la gran mayoría de su audiencia le ha convertido en el villano inmisericordemente lucrado de dicha condición, así queda explicado un ciclo amor-odio responsable de la monumental acogida cual goza este proverbial y senecto comunicador. He aquí la clave del éxito de Àlvarito develada desde la A hasta la Z!.

Por Aneudys Santos