Milagros Caridad Novoa esperaba con ansias el verano para pasar par de meses en su residencia de Bávaro, una zona turística en el este de República Dominicana.



El pasado domingo, apenas cuando llevaba un mes de vacaciones, ella y su esposo Agustín Novoa fueron brutalmente asesinados.

La tragedia, que ha conmocionado a vecinos y familiares en Miami, sigue sin explicaciones. Los asaltantes perdonaron las vidas de su hijo de 17 años y un empleado haitiano.



El miércoles las autoridades dominicanas anunciaron el arresto de tres sospechosos.

Novoa, de 56 años, y su esposo, de 55, compraron hace cinco años la casa en el residencial Pueblo Bávaro del distrito municipal de Verón. Según comentaron el martes sus vecinas de la Avenida 62 del NW, en Hialeah, Novoa había amueblado su casa de verano con “todo nuevo y bonito”.

A ella le gustaba tanto el lugar que animaba a vecinos y amigos a visitarla e incluso a comprar una casa allí para irse juntos a la playa todos los días.

Para Novoa, conductora de un transporte escolar privado, y Agustín, chofer de camiones, esa casa era el escape perfecto a la rutina de su vida en Miami. En comentarios de Facebook, los esposos cubano- americanos describieron la República Dominicana como “el mejor lugar para estar”.

Alrededor de las 7:00 de la noche del martes, más de una decena de vecinos, compañeros de trabajo y amigos de la familia se reunieron frente a la residencia de los Novoa en Hialeah, tratando de obtener información sobre lo ocurrido.

Algunas niñas que estaban presentes se entristecieron al confirmar que su “chofer favorita” ya no las llevará a la escuela nunca más. También dijeron que extrañarán la fiesta en la piscina de la casa de Hialeah que Novoa organizaba al final del año escolar.

Jorge Ricardo conoció a los esposos hace tres años cuando contrató los servicios de transporte de Novoa.

“Con mis hijos siempre fue maravillosa”, dijo Ricardo. “Nunca andaba presionando a la gente con pagos y era responsable y condescendiente”.

Marta Pérez, vecina desde hace 12 años, contó que Novoa recolectaba donaciones con meses de anticipación a su viaje de verano para repartir entre los más necesitados de las comunidades aledañas a su casa de Bávaro.

“Ella empezaba a recolectar ropas, zapatos y juguetes tres o cuatro meses antes de irse para repartirle a los pobres allá”, relató Pérez. “Me decía: ‘Tú tienes que ver lo feliz que se ponen esos niños con los juguetes’”.

Según Pérez, el sueño de los espsoso Novoa era retirarse en República Dominicana.

UN APUNTE

Juguetes y zapatos

Una vecina reveló que el matrimonio de los Novoa empezaba a recolectar ropas, zapatos y juguetes en Miami, tres o cuatro meses antes de venir a República Dominicana para repartirlos a los niños pobres de Bávaro y Verón.

Fuente:ElNacional