El tsunami delictivo que arropa la nación, donde no existe ningún indicio de políticas en materia criminal por parte de los organismos llamados a la búsqueda de soluciones a tal problemática, no obstante llevar mas de ocho años al frente de esas entidades, constituyendo todo un fiasco a la sociedad, no a sus engrosados bolsillos hoy.

Dicha espiral criminal, la cual ha desbordado la capacidad de asombro de la mayoría de los dominicanos, sentida en los recientes años en los principales núcleos citadinos, empero, de una fecha hasta acá, son las poblaciones que ayer observaban una tranquilidad medieval, hoy son escenarios de vulgares actos de la criminalidad, donde los asesinatos, el sicariato, violaciones sexuales, atracos, asaltos han suplantado la ratería común así como el robo simple.



En tanto, lo mas preocupante es la falta de respuesta a la cruda realidad delictual, donde el incremento en los hechos punibles tienen impotentes a los residentes de todos estos municipios en la provincia Duarte.

Esta comunidad, hasta hace unos años, tierra de envidiable tranquilidad, sana convivencia, ha visto cambiar toda su forma de vida, dado los inusuales hechos criminales, a sabiendas de la ausencia de autoridades, tanto gubernamentales, policiales al igual que la gavilla política.



Dos asesinatos en menos de quince días, motivados a razones distintas, no obstante, cometidos en contra de hombres de trabajo, dedicado a labores agrícolas y ganadera, cuyo móvil, uno, para preparar una emboscada a propietario de grandes tareas sembrados de frutos diversos, el otro, según todos los indicios de manos de sicarios, si tomamos como premisas las circunstancias que rodearon el vil y macabro hecho.

La muerte con saña, dado todos los golpes contundentes recibidos en la anatomía de Aladino Cabrera, Chichi, evidencian los niveles de insensibilidad, ante un ser indefenso, vulnerable si tomamos la débil complexión y la edad de un hombre dedicado a labrar la tierra, al cuido de animales y a compartir con todos sus vecinos el producto de sus esfuerzos como ente humano.

Pese a las hipótesis que sobre su asesinato se conocen, a la fecha no existe investigación alguna que puedan avizorar el apresamiento, sometimiento de los culpables de tan horrible y burdo hecho criminal, empero, se supo de supuestos intervinientes en el hecho, los cuales, han sido visualizados en zona de la comunidad, pero no hay autoridad del Ministerio Publico que se entere de esto.

El otro asesinato, al parecer en una acción propia del sicariato, lo cual toma fuerza en todos los puntos del país, se produjo en pleno tramo carretero que une a Hostos con Castillo, donde los criminales descargaron numerosos impactos de balas al cuerpo de Carlos Concepción, comerciante de ganado en la zona, no obstante, el ultimado llevar encima una determinada suma de dinero, arma u otros objetos de valor, por lo que se descarta el robo el móvil. Nada se sabe de las indagaciones del horrendo asesinato.

Ambos hechos, unido a la vorágine que observan los munícipes en materia de comercialización y consumo de drogas, teniendo como respuesta a un grupúsculos de alcahuetes al frente de la cosa publica, solo pendiente al cobro y al rabioso nepotismo que ha sido el norte de los dirigentes morados, sumado las claques políticas, las cuales en lugar de ejecutar su papel opositor, viven de rodillas ante estas bostas de mal agüero.

Empero, los moradores son en partes, los culpables dado su exigua plataforma para exigir de manera contundente respuestas a estos desatinos, donde lo único que se observa el burdo silencio dado las migajas que reciben de tantos asaltantes de la cosa del Estado…Entonces, que carajo, que siga el derrotero….

Por Reynaldo Hernández Rosa