Persiguió a ETA, a narcos gallegos, a empresarios y políticos corruptos y al ex dictador chileno Augusto Pinochet. Pero Baltasar Garzón inicia 2012 en el banquillo de los acusados del Tribunal Supremo.



Garzón está suspendido desde hace casi dos años como juez instructor de la Audiencia Nacional española. Ahora, el Tribunal Supremo lo juzgará por prevaricación en dos causas que pueden suponer el final de su carrera.

A sus 56 años, responderá ante la Justicia por su investigación de los crímenes del franquismo y por las escuchas que ordenó en el marco del «caso Gürtel», la trama de corrupción masiva que salpica al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy desde hace tres años.



Dos juicios diferentes que coincidirán en el tiempo, sin que la fiscalía haya presentado acusación alguna contra él. El magistrado se enfrenta a una inhabilitación de hasta 17 años. «Me siento víctima de una caza de brujas», ha asegurado.

El martes 17 arranca el juicio por las escuchas que ordenó de las conversaciones en prisión entre los presuntos dirigentes principales de la trama de corrupción en el «caso Gürtel» y sus abogados, al creer que podía haber connivencia entre todos para evitar la acción de la Justicia sobre un dinero ocultado.

Asociaciones ultraderechistas impulsan la causa

Quien fuera candidato al Premio Nobel de la Paz por su persecución a los ex represores del régimen militar en Argentina (1976-1983) está acusado de haber ignorado intencionadamente la Ley de Amnistía de 1977 cuando en 2008 se declaró competente para investigar la desaparición de más de 100.000 personas, una investigación en la que acusó al dictador Francisco Franco y a 44 ex altos funcionarios de su régimen, todos ya muertos, de crímenes de lesa humanidad. Fueron asociaciones ultraderechistas las que impulsaron la causa contra él.

Llamada a convertirse en un hito en la carrera de Garzón, su investigación del franquismo acabó diluyéndose al tener que inhibirse en favor de los juzgados territoriales, obligado por la fiscalía.

El magistrado se siente castigado «por interpretar las leyes de una forma determinada y proteger a las víctimas». «Es un honor sentarme en el banquillo por investigar el franquismo», ha dicho Garzón, defendido por las asociaciones de recuperación de la memoria histórica como el único juez que escuchó a las víctimas del franquismo y ensalzado como un magistrado decidido a hacer justicia.

Los procesamientos de Garzón han sido interpretados por un sector de la izquierda española como un intento de apartar de la judicatura a un magistrado progresista que se ha granjeado enemigos a lo largo de su carrera al atreverse con casos que otros compañeros no quisieron abordar y por su gusto por la notoriedad mediática.

Fuente: dw-world.de
Imagen: Prensalibre.com