Para nadie es un secreto que el “espionaje” o “jackeo” existe, sin embargo se nos hace cuesta arriba pensar que esa sea una práctica normal en esta sociedad aunque lo sea, esté quien esté en ella.



Si bien es cierto que hay personas que haciéndose valer de las buenas relaciones que tengan, tanto en el ámbito político como social, hace uso de esta práctica, no menos cierto es que el Estado mismo no es ni puede ser la excepción en ese sentido.

Si en el caso de la especie, como dicen los abogados, se detecta que una persona se dedica a ese ejercicio, sólo hay que someterlo por los canales correspondientes, no así de forma aparatosa, que aunque no lo sea, parece una persecución.



Ahora bien. Apoyamos que una persona que se dedique a esto y se le detecte, que sea sometido, y está bien sometido, pero aquí se sabe que el Estado-Gobierno realiza esa práctica, y entonces ¿quién somete al Estado-Gobierno?

No obstante ello, el propio Estado-Gobierno tiene personas que se dedican, en cuerpo y alma, a tan bárbara práctica, y nadie, absolutamente nadie, dice ni hace nada, a sabiendas inclusive que un pueblo en pleno tiene conocimiento de ello. Qué barbaridad!!!

Quien suscribe no apoya barbaridades, mucho menos de esa naturaleza, sin embargo debemos llamar a la equidad, a la sensatez, que si detectan a uno, sabiendo que el otro está en lo mismo, es absurdo que se castigue a una sola parte, ignorando la otra.

El Estado es el mayor garante de que las cosas vallan bien, en todos los órdenes, y que se vea igualdad para todos, sin importar los colores, llevándole a la sociedad un accionar de aliento y no que se vea que pertenece a un sólo grupo de la sociedad.

Si en las investigaciones que se hacen se determina que hay “jackeo”, sea quien sea, debe caer y es un delito, pero si se demuestra lo contrario, sobre todo con todo el aparataje que se ha hecho, se puede ver como una abusiva persecución.

Siempre hemos sido de opinión que el presidente Leonel Fernández es un hombre democrático y así lo ha demostrado con los medios y los propios periodistas, y nos sentimos protegidos como periodista y comunicador, pero alguno de sus colaboradores no tienen ese sentir, y actúan olvidándose hasta de la democracia misma.

A ningún presidente o Gobierno le conviene el maltrato de un comunicador o medio, mucho menos una persecución de un hombre o mujer del ámbito público, con el simple hecho de pensar que cualquier atentado, golpiza, asesinato, etc., se le atribuiría a al presidente o Gobierno de turno. Eso es delicado.

Lo más sorprendente de todo esto es, y lo que más deploramos, es la forma politiquera, de parte y parte, que se está tomando éste sonoro caso, hasta llegar incluso a incautar herramientas de principalías de un medio de comunicación electrónico.

Por Robinson Galvez Lay para Ensegundos.net derechos reservados 2012