HOLLYWOOD. Kilómetros de alfombras vendidas, listas de espera para limusinas y cientos de diseñadores, electricistas, cocineros y técnicos de toda clase hacen su agosto en febrero, en la temporada de premios que termina con los Oscar y que tiene a Hollywood tapizado de rojo.

No hay que recorrer demasiado para tropezarse con alguna alfombra roja en la ostentosa ciudad: desde noviembre ha habido cerca de una premiación por semana (del sindicato de actores, de la asociación de fotógrafos, de los críticos extranjeros, etc.), a los que se suman los regulares estrenos con la presencia de alguna estrella.



Así, una visita al cine puede derivar en el avistamiento de Angelina Jolie, por ejemplo, aunque el tráfico que se genera y los maravillados gritos de curiosos y turistas convierten el episodio en un acontecimiento cotidiano más bien pesado para los angelinos.

Pero es tiempo de cosecha en una ciudad que vive del espectáculo: por ejemplo, Red Carpet System, una firma que provee alfombras rojas para eventos -y que en realidad pueden ser de cualquier color-, vende en febrero un kilómetro de alfombra en total, contra medio kilómetro en agosto. Y es sólo una de las decenas de empresas dedicadas al rubro.



«En la temporada de premios hacemos cerca de 150.000 y 250.000 dólares al mes, y en un mes más tranquilo, como agosto, entre 100.000 y 125.000», dijo a AFP el francés Tony Adzar, fundador de www.redcarpetsystems.com, que provee materiales para actos de alto perfil como los Oscar, los Grammy y los Globos de Oro.

Aunque no sólo de alfombras viven las estrellas: también necesitan ser fotografiadas y protegidas. Los paquetes, que cuestan entre 1.300 y 4.000 dólares, incluyen carteles, cortinas de terciopelo, fotógrafos, mesas para los VIP y barricadas para controlar multitudes.

No obstante, los primeros que pisan una alfombra roja (o «carpeta roja», en spanglish) son los inmigrantes que las instalan. De hecho, la mayoría de los cientos de técnicos que consiguen empleo durante la vendimia hollywoodense son de origen latinoamericano, confirmó Adzar, aunque sin precisar un número.

También son muy buenos tiempos para las empresas que alquilan limusinas.

«Definitivamente es un impulso para las firmas de limusinas», dijo a AFP Jonna Sabroff, presidente de Integrated Transportation Services (ITS). Las compañías más grandes, que tienen una flota de más de 25 vehículos de lujo, «tienen reservas por encima de su capacidad y deben recurrir a afiliados o subcontratistas», afirmó.

«Se requiere el trabajo de todas las compañías de ‘limo-rental’ del condado de Los Ángeles y de Orange (al sur) para manejar el enorme volumen que genera la temporada», agregó, explicando que sus choferes trabajan horas extra -10 al día-, para recoger a una estrella en el aeropuerto, llevarla al hotel, acompañarla de compras o a alguna fiesta y finalmente conducirla a la ceremonia de premiación.

ITS trabaja de la mano con Sequoia Productions, una organizadora de eventos que desde hace 23 años produce la cena de gala conocida como la «Governors Ball». Es la fiesta por excelencia de los directores de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas -que organiza los Oscar- y tendrá lugar justo después de la premiación del domingo, con 1.500 invitados.

«Solamente la ‘Governors Ball’ contrata 150 técnicos, 400 cocineros y un equipo de 30 productores», dijo a la AFP Gary Levitt, vicepresidente de la empresa.

La firma develó la semana pasada para la prensa la decoración y el menú de la gala, a cargo del mediático chef austríaco Wolfgang Puck.

«Enero y febrero son los meses más ocupados del año», dijo Azdar, de la proveedora de alfombras rojas. «¡Nos encanta estar ocupados!».