Decidan ustedes qué es lo más llamativo del caso de Kota Koti: si el esfuerzo que dedica a parecerse a una Barbie real –que se lo dedica y, oigan, el resultado es apabullante–, el éxito que ha tenido en redes sociales solamente por eso, o que sepamos tan poco sobre uno de los fenómenos virales más surrealistas e internacionales de los últimos meses.

Dakotakoti (o Kota Koti, como le gusta que la llamen) es una joven –andará entre los 16 y los 18 años– de pelo castaño y ojos azul oscuros. Su ocupación virtual es volcar en su canal de YouTube primero, en su blog después y en su Twitter finalmente, consejos sobre cómo parecerse lo más posible a una muñeca y mostrar imágenes del resultado. Lo parece, y si no tuviéramos los vídeos que atestiguaran lo contrario, diríamos que alguien se ha pasado con las capas de Photoshop. Esa parte de la historia es espectacular (y un poco inquietante). Con ella, la misteriosa Kota Koti se ha convertido en un fenómeno viral de largo recorrido cuyo público se divide entre fans entregadas, padres ofendidos y alguna mente masculina perversamente calenturienta.




Pero luego viene el resto. Pese a los esfuerzos de varios periodistas aturdidos que han intentado escribir sobre ella, no se sabe más de esta chica que no habla en sus vídeos, no da ninguna pista acerca de dónde está ni por qué hace lo que hace. ¿Estamos ante el fenómeno viral más misterioso de la historia?



Sabemos, por ejemplo, que es con toda probabilidad estadounidense y que no pasa de los 18 años: el pasado 29 de agosto estaba empezando un curso nuevo, y eso se corresponde al calendario escolar de colegios e institutos de ese país, no de las universidades. Un poco antes, el 22 de abril, un grupo de chicas chinas la paró por calle para hacerle una foto porque era muy guapa. Que ella accediera y que lo contara en su entonces lacónico Twitter denota un cierto interés en ser considerada guapa.

La web 7easylife.info fecha el comienzo de su fama en el último tercio de 2011, cuando posó para una foto en grupo en la que todo el mundo le comentó cuánto se parecía a una muñeca. Desde entonces, ese Twitter —creado el 25 de agosto de 2009 y usado muy esporádicamente— pasó a tratar su propio éxito, los vídeos que iba colgando en YouTube y las actualizaciones de su blog.

Su éxito ha radicado principalmente en Asia. Sobre todo en Japón y China, que son dos países muy dados a este tipo de transformismos y a fascinarse con iconos de la infancia (y, hay que decirlo, a todo lo que aquí consideramos freak). Valga como prueba que aquí hace falta explicar qué es el cosplay (disfrazarse de personajes animados o muñecos para, si procede, representar una escena de un cómic, película o serie) cuando allí es una religión para no pocos.

En cuanto apareció Kota Koti, moviéndose como si nada entre la atracción adulta y el candor juvenil, entre lo impresionante y lo inexplicable, el éxito ha sido brutal: tiene unos 20.000 seguidores en Twitter, varios reportajes televisivos en YouTube, unas 430.000 visitas en algunos de sus vídeos, y su blog se ha caído todo el día de hoy, vete tú a saber si por el exceso de tráfico.

Saber tan poco de un fenómeno viral tan fuerte es raro, raro, raro. Precisamente la gracia del tema es regodearse en esa fama cortita, dejar que algún periodista te adscriba a una tendencia cibernética del momento y figurar para siempre en las webs que explican el origen de los grandes éxitos de Internet, para que luego los publicitarios se devanen los sesos estudiando tus factores psicosociales. Incluso en el abultado mundillo de las adolescentes que se hacen famosas ofreciendo consejos de moda, lo primero es asentar tu personalidad.

Lo de Kota Koti ha roto esos moldes. Tal vez si el fenómeno llegua a Estados Unidos, la cosa cambie. Aunque más difícil que un país puritano se rinda ante el físico de una chavala que podría ser menor de edad y que encima somete su cuerpo a un icono de las infancias de los 50, 60 y 70 (sí, la Barbie sigue siendo ubicua pero aceptemos que ya no es lo que era). Ahí son más de gatos, payasos, bebés monos y héroes urbanos. Y ella es de Hello Kiti, Barbie y moños panda. Casi mejor así. En cuanto sepamos algo sobre Kota Koti, habremos perdido el fenómeno viral más extraño hasta la fecha.

Publicado por Tom C. Avendaño en Elpais.com