ALKOZAÏ. Dieciséis civiles afganos, entre ellos niños y ancianos, murieron a manos de un soldado estadounidense que este domingo salió de madrugada de su base en la provincia de Kandahar, bastión talibán del sur de Afganistán, para llevar a cabo la matanza.

«Entré en tres casas y conté 16 muertos, incluyendo niños, mujeres y personas de edad», relató un periodista de la AFP, que se hallaba en el lugar.



«En una casa, había diez personas, entre ellas mujeres y niños, que fueron muertos y quemados en una habitación. Otra mujer yacía, muerta, a la entrada de la casa», relató.

«Los mataron y los quemaron. Vi al menos dos niños, de 2 o 3 años», destacó el corresponsal de la AFP.



«En otra casa», situada en otro poblado «cuatro personas yacían muertas. Vi sus cuerpos tirados en una pieza. Había dos ancianos, un menor y una mujer», relató el periodista, que vio también los restos de otra personas en una tercera casa.

El presidente afgano Hamid Karzai condenó y calificó este domingo de «imperdonable» la matanza.

«Cuando hay afganos que mueren deliberadamente a manos de las fuerzas estadounidenses, se trata de un acto de asesinato, terrorista e imperdonable», expresó Karzai en una declaración.

La ISAF, la fuerza armada de la OTAN, reconoció por primera vez en un comunicado enviado hacia las 16H00 locales, es decir 13 horas después de los hechos, la existencia de «muertos» civiles afganos.

«No puedo explicar las motivaciones tras esas acciones insensatas, pero en ningún caso eran autorizadas por la ISAF», observó el general Adrian Bradshaw, comandante adjunto de la ISAF. El general expresó, en nombre de la ISAF, su «sincero pesar» y su «pena» por «este incidente espantoso».

El domingo, hacia las 3H00 de la mañana (sábado a las 22H30 GNT), «un soldado salió de su base y se puso a disparar. (Luego) volvió a su oficina y fue detenido», indicó un responsable occidental.

Estados Unidos, a través de su embajada en Kabul, envió «sus condolencias más sinceras a las familias de las víctimas del trágico tiroteo», según un comunicado recibido por la AFP.

«Estamos tristes por este acto violento contra nuestros amigos afganos. Las fuerzas estadounidenses entregarán el mayor nivel de atención a los heridos», hizo saber la embajada estadounidense, que «lamenta» y «denuncia» «cualquier ataque de un miembro» de sus fuerzas armadas «contra civiles inocentes».

«Aseguramos al pueblo afgano que el o los individuos responsables de este acto serán identificados y juzgados», prosiguió, agregando que Estados Unidos «trataba aún de verificar los hechos».

El tiroteo del domingo, que además fue contra civiles afganos, es una catástrofe para la OTAN y sus tropas, blanco cada vez con más frecuencia de disparos accidentales de soldados afganos, lo que ha minado la confianza entre los dos campos.

La situación, ya extremadamente tensa, podría aún agravarse y se esperan represalias.

Seis militares estadounidenses murieron a manos de sus colegas afganos entre el 23 de febrero y el 1 de marzo, después de la incineración de ejemplares del Corán en la base militar estadounidense de Bagram y las muy violentas manifestaciones consecutivas, con un balance de 30 muertos y 200 heridos.

Dos de las víctimas, consejeros, murieron en su oficina del ministerio del Interior en Kabul, uno de los lugares más protegidos del país.

Llegada a fines de 2001 para expulsar a los talibanes del poder y neutralizar a Osama Bin Laden, la coalición de la OTAN dirigida por Estados Unidos se fue instalando progresivamente con el pretexto de mantener la paz y como fuerza de interposición.

A pesar de los éxitos de envergadura contra los rebeldes y la presencia de más de 130.000 soldados extranjeros, la ISAF no ha podido terminar con la insurrección y sigue sufriendo importantes pérdidas.