Un grupo de científicos ha conseguido detectar ciertas consecuencias desagradables del estado de felicidad y sosiego y aconsejan comportarse de forma moderada en cuanto a las emociones positivas.



Demasiada alegría puede convertir a una persona en alguien más confiado, egoísta o menos exitoso, según revelan investigaciones recientes de la Universidad de Yale. June Gruber, catedrática de psicología encargada del estudio, señala que estas son las consecuencias más leves.

A pesar de que la felicidad suele beneficiar a nuestra salud, protegiéndonos de un ataque cardiaco y de las depresiones, haciéndonos más resistentes al dolor y prolongando la vida en general, cierta moderación de estas emociones podría ser aún más beneficiosa.



“Estas emociones son iguales a la comida, nutritiva y esencial, pero que en exceso es capaz de provocar daños serios”, dice la catedrática. “Los resultados muestran que las emociones altamente positivas en efecto provocan una conducta más arriesgada, un consumo desmesurado de alcohol y drogas, voracidad y menosprecio de los peligros”.

La felicidad dañina

Tras encuestar a más de 16.000 personas por todo el mundo, los científicos aseguran que demasiada felicidad puede ser perjudicial, por ejemplo, para la carrera profesional de una persona. Los encuestados que anteriormente mencionaron su gran satisfacción con la vida (cinco sobre cinco puntos posibles) en unos años percibieron unos ingresos más bajos que los que eran menos felices en aquel entonces. Además, los dichosos son los primeros en abandonar los estudios.

La gente que no suele estar triste o ansiosa raramente está insatisfecha con su trabajo y por ello carece de incentivos para intentar cambiar de puesto u obtener formación adicional. Estadísticamente, un sosegado acaba ganando unos 3.500 dólares menos al año que sus compañeros algo más abatidos.

Las emociones son consideradas adaptativas por los psicólogos. Es decir, nos ayudan a sobrevivir: la ira nos prepara para luchar, el miedo nos hace más fácil huir. En cuanto a la tristeza, ésta hace que la persona esté más atenta a los detalles y que piense de una manera más sistematizada. Y la felicidad, por el contrario, conduce a tener opiniones más extremas que incluso pueden estar basadas en estereotipos raciales o sexuales.

Fuente: actualidad.rt.com