Me quedé como Ambrosio, con la carabina al hombro, esperando el debate de los candidatos a la presidencia de mi país para las elecciones del 20 de mayo.



Me dejaron con el oído seco al no complacerme con la tan cacareada confrontación que harían en público.

Ahora tengo que conformarme y soportar con estoicismo la enorme cantidad de publicidad basura en los medios impresos y electrónicos.



El prócer de la patria, Juan Pablo Duarte, dijo que la política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencia nobles, por lo que muchos entendemos que el patricio ha de estar revolcándose en su tumba al escuchar a tanta gente, en nombre de la política hablar mentiras, sandeces, ofender dignidades y embarrar moralidades.

Los temas del interés nacional fueron echados a un lado. ¿Por qué los candidatos se negaron hablar de su proyecto de nación, de transparencia, despilfarro, de corrupción, de rendición de cuentas, de inseguridad ciudadana y demás temas que tienen que ver con el futuro de la vida institucional del país? . En cambio, ahora tenemos que soportar otras vainas que nada tienen que ver con el futuro del país. Para los políticos del patio es mejor y mucho más provechoso jugarle sucio al contrario, que orientar a la población sobre los planes que tienen en carpeta en caso de llegar a ocupar la presidencia de la República. Cuanto tiempo perdido.

Sin ganas de ofender a los que hacen reír a los niños en los cumpleaños, los políticos vernáculos no tienen nada que envidiarles a los payasos.

En todo este proceso de campaña me entretuvieron con el jakeo a correos de funcionarios y con el tema de que si la primera dama es rica de dinero o de dignidad.

Los políticos me pusieron a escuchar las palabras de un tutumpote funcionario que dijo no saber a cuanto asciende su fortuna lograda con el trabajo honesto.

La comedia no termina, porque también escuchamos, gracias a la inteligencia oficial, la charlatanería de uno que fue guardia, que por teléfono, quiso dar un cuartelazo en Haití.

La suerte que estas bobadas terminarán el 20 de mayo y después del 16 de agosto el país continuará y los nuevos administradores de la cosa pública tendrán que cumplir con una orden que le impondrá la sociedad.

Por: Nélsido Herasme