Si perteneces al amplio grupo de personas que se definen cristianas, la ciencia tiene una buena y una mala noticia para ti.



La buena, es que un equipo de neurólogos de la universidad Aarhus en Dinamarca, pudo demostrar empíricamente cómo el cerebro se “ilumina” al momento de rezar. Esto lo lograron midiendo la actividad cerebral de un grupo de cristianos, identificando 4 áreas comprometidas mientras se comunicaban con Dios.

La mala sin embargo, es que el equipo también confirmó que las áreas del cerebro con mayor flujo sanguíneo durante la oración son exactamente las mismas utilizadas al hablar con otra persona. Es decir, para nuestros cuerpos rezar es una actividad tan mundana como conversar con el vecino o con un amigo, al menos desde el punto de vista médico, consigna CBC News.



Uffe Schjodt, líder de la investigación, interpretó estos resultados como la evidencia de que el ser humano ha ido evolucionando para adaptarse a los desafíos de su entorno natural. “El cerebro no evolucionó para comunicarse con seres sobrenaturales invisibles”, acotó.

Esta imposibilidad humana de pensar en un ser abstracto es lo que lleva a los creyentes a “procesar” a Dios como si fuera una persona concreta, una situación conflictiva con muchas creencias, pero que por otro lado explica la amplia aceptación de “intermediarios” humanos, como sucede con el cristianismo (a través de Jesús) o el hinduísmo (mediante las encarnaciones de Visnú), facilitando su adopción.

“Curiosamente -acota Schjodt- no encontramos el mismo patrón en personas que no rezan regularmente. Quizá el cerebro religioso aprende a tratar a Dios como si se tratara de una persona más a través de la práctica regular y el reforzamiento de las creencias”.

“Uno podría preguntarse si estos resultados son la evidencia de que Dios es sólo una ilusión, un amigo imaginario que siempre nos escucha en tiempos de crisis. ¿O puede ser la prueba de que Dios nos afecta incluso a nivel de funciones cerebrales?”, plantea finalmente el investigador.

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