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El presunto ladrón del Códice Calixtino, el electricista Manuel Fernández Castiñeiras, estuvo sustrayendo objetos de la Catedral de Santiago «todos los días» durante «unos 10 años», según han apuntado fuentes próximas a la investigación.

Durante los registros practicados en la residencia y propiedades del sospechoso, la Policía Nacional se ha incautado de numerosos objetos antiguos y de 1,2 millones de euros en metálico, cuyo origen se está investigando.



Aunque por el momento se desconoce la procedencia de este dinero, dado que el Códice Calixtino -desaparecido hace justo un año– ha sidorecuperado, los investigadores trabajan con la hipótesis de que el presunto ladrón lo haya obtenido vendiendo otros objetos de la Catedral o que provenga de hurtos en el cepillo de la basílica compostelana.

Precisamente, el sindicato policial SUP ha cuestionado la «tardanza» en la detención del sospechoso del robo del Códice, ya que «pocos días después de la desaparición hubo un informe interno fundamentado con datos por parte de un funcionario» que apuntaba a Fernández Castiñeiras.

El detenido «siempre fue el principal sospechoso» del robo del Códice Calixtino porque era el único que conocía la zona y el que llevaba más tiempo trabajando en el templo (25 años). Tenía toda la confianza de los canónigos y libertad de movimientos.

Un ‘cuchitril’ en el templo

El electricista se movía con total libertad por el templo. «Abría aquí y allá», porque tenía «llaves», y además disponía de un «cuchitril», un cuartito situado en una de las torres del templo donde «almacenaba» sus cosas, según ha explicado un canónigo de la Catedral.

«Él estaba allí como en casa. Tenía allí un cuchitril en el cual almacenaba aquellas cosas y, visto desde este momento, me imagino que se habrá quedado algunas noches allí», ha dicho la citada fuente, antes de precisar, eso sí, que él no puede asegurar que trasnochase en la Catedral. «Si ha cogido todas esas cosas…», se ha planteado.

‘Manolo’, como se saludaba con los miembros de la comunidad catedralicia, paseaba por el edificio «con un maletín». «En el que nos imaginábamos que llevaba llaves, estoy pensando en inglesas, y destornilladores, y cosas de este tipo», ha dicho el canónigo. Era la persona que se encargaba del mantenimiento de la luz, porque «siempre había que cambiar esto, que si un enlace allá, cambiar parte de la instalación…».

El deán de la Catedral, José María Díaz, ha justificado este jueves esa libertad de movimientos: «A un electricista, si tiene que salir a comprar cable o lo que sea, se le deja una llave fácilmente«.

La relación entre el electricista y el deán tuvo un punto de inflexión y, tal y como reconocen fuentes de la Catedral, cuando se produjeron problemas de tipo laboral. El electricista fue despedido el año pasado por falsificar un documento en el que figuraba como trabajador fijo del templo, cuando era un autónomo ajeno al personal contratado.

«Yo puedo decir que él estaba como en su casa, hasta que tuvo alguna discusión con algún administrador», ha manifestado el citado canónigo. Con todo, el electricista «iba a la Catedral habitualmente», incluso después de haber sido despedido. «Se llevaba bien» con sus excompañeros y «era normal verlo por allí, entraba, saludaba e iba a dar paseos», incluso por zonas «cerradas».

Fuente: elmundo.es