El matrimonio es una institución social que implica una serie de obligaciones y derechos que varían en cada sociedad. La unión matrimonial suele ser deseada en occidente, no solo por las implicaciones legales, sino por la aceptación social que goza. Es por eso que las mujeres, sobre todo después de la segunda mitad de los 20, tienden a considerar el matrimonio como el mejor estado civil, aún cuando la tasa de divorcio haya incrementado las últimas décadas.



Si estás pensando en casarte, no serás ni la primera ni la última, pero como ‘soldado advertido no muere en guerra’, aquí te presentamos algunas situaciones a las que las mujeres se han enfrentado una vez se pusieron la argolla en el dedo. A continuación los testimonios de tres mujeres casadas que lograron sobreponerse a los inconvenientes del matrimonio y han tenido éxito hasta el momento:

La convivencia

Cuando se elije una pareja para toda la vida es preciso tener muy presente que el compañero va a presentar hábitos y comportamientos que pueden resultar molestos
, como dejar la loza sucia toda la semana, comprar cosas innecesarias, dejar la ropa regada por toda la casa, cortarse las uñas de los pies en el lavaplatos, etc. Cada quien experimentará su nivel de tolerancia, que será retado cada vez que la otra persona ponga en práctica su manera de hacer las cosas. Los primeros dos años de convivencia son los más exigentes en este sentido.



Con respecto a este punto, Catalina Morales, casada hace 6 años, expresa “es necesario saber que es inútil pretender cambiar la totalidad de los hábitos propios o del otro porque, aunque es posible que durante los primeros meses la uno de los dos acceda a modificar sus costumbres, ello terminará causando inconformidades y frustraciones tarde o temprano –dijo Morales– Lo ideal es que ambos hagan una evaluación para determinar qué estás dispuesta a modificar y qué te gustaría conservar, y llegar a acuerdos al respecto”, Expresó.

La chispa que se desvanece

Las parejas que llevan mucho tiempo juntas siempre hablan de la llegada la monotonía a la relación, un ‘cáncer’ que va carcomiendo aquello que parecía indestructible. Aunque no hay un antídoto contra esta inminente posibilidad, antes de casarse es pertinente analizar de dónde proviene el encanto de la pareja, si se trata de características pasajeras o no. Vale la pena pensar si ese par de veces que lo has visto en la cocina es porque él tiene un gusto particular por cocinar, o se trató de rarísimos eventos.

Ariadna García, casada hace 3 años, dijo que “no se trata únicamente de aprender a tolerar la conducta del otro, sino de entender que, de la misma manera que a lo largo de la vida cambiamos de gustos, durante el matrimonio aquello que era excitante o preferido, lo que constituía la emoción de la pareja, puede perder todo significado y utilidad –relató García– Por eso es importante ser creativo en toda ocasión, tener siempre el impulso de buscar nuevas actividades para generar distintas sensaciones”, sugirió.

El peso de la familia

Antes de contraer matrimonio vale la pena tener un acercamiento a la familia del novio, para hacer una diagnóstico más profundo, finalmente es la persona con la que se va a compartir el resto de la vida. “Adicionalmente –explica Elisa Moreno, casada hace 5 años–, tener una buena relación con los padres y la familia del novio facilitarán la relación matrimonial, sin importar qué tan alejado sea él de los suyos”, afirmó Moreno.

‘Hasta que la muerte nos separe’, palabras poderosas

Desde el noviazgo las personas establecen un compromiso voluntario de amarse, respetarse, y cumplir las reglas que desde un principio han sido establecidas, entre ellas la monogamia. En principio este acuerdo tácito es el mismo en el matrimonio, pero la idea de tener una pareja de por vida suele generar, por una parte, cierta sensación de pertenencia del otro que en muchos casos desemboca en un desinterés hacia el fortalecimiento de la relación, porque de alguna manera la pareja ya está establecida.

“Por otra parte –dijo Morales–,  es posible que las personas, al darse cuenta de la seriedad del compromiso que han adquirido, comiencen a extrañar la ‘libertad’ de la soltería y quieran comenzar a buscar espacios con sus amigos o a desarrollar hobbies”. Esto no tiene nada de malo, el problema comienza cuando llegan los hijos y se presenta una sobrecarga de labores caseras. Al casarse, es fundamental que ambos piensen en pareja y que las responsabilidades deben ser compartidas.

Pensar en matrimonio implica pensar en amor, hijos y felicidad; pero también se debe tener en cuenta que, como cualquier cosa bien hecha, requiere esfuerzo y dedicación, paciencia y tolerancia, pero también fortaleza y personalidad para seguir teniendo presentes los sueños y metas propias.

Fuente: revistafucsia.com