La historia de triunfo de este atleta estadounidense de color comenzó el 25 de mayo de 1935. Ese día Jesse Owens, de tan sólo 22 años de edad, dejó de ser un desconocido que trabajaba en una gasolinera y cursaba segundo año, para convertirse en una estrella mundial del atletismo.



Como lo documenta abc.es, ese 25 de mayo Jesse Owens participó en unas competencias estatales en Michigan, en donde en tan sólo 45 minutos batió cuatro récords mundiales: 100 metros planos (9,4 segundos), salto de longitud (8,13 metros), 220 yardas (20,3 segundos) y 220 yardas con vallas (22,6 segundos).

Esta hazaña le otorgó una plaza para las olimpiadas de Berlín, que se celebrarían el siguiente año. Cabe destacar que entre prueba y prueba Owens solamente descansó entre nueve y 15 minutos.



«El antílope de ébano», apodo que se ganó con aquella actuación, llegó a los Juegos Olímpicos dispuesto a dar lo mejor de sí, pero en Berlín no sólo enfrentó a otros competidores sino al mismo Adolf Hitler.

Como señala deportes.yahoo.com, para los Juegos Olímpicos de Berlín el führer invirtió 30 millones de dólares, una muy fuerte cantidad si la comparamos con lo que se gastaron en Los Ángeles 1932 (2.5 millones de dólares).

La inversión se hizo con el objetivo de limpiar la imagen de su gobierno, pero sobre todo, con el fin de que el mundo tuviera el conocimiento de que la raza aria era superior también en los deportes.

Al parecer todo iba como Hitler lo había planeado, los atletas alemanes iban al frente en el medallero, pero nunca se esperó que Jesse Owens, un deportista negro, lograra lo que ningún hombre había hecho en la historia de la humanidad.

El día en que Owens entró en acción, al führer se le cayó la sonrisa. En el estadio el líder nazi aplaudía con gran entusiasmo las medallas que ganaban los competidores blancos, mientras que en las preseas de Jesse su gesto era de enfado.

Al percatarse de esta discriminación, un miembro del comité olímpico le sugirió que lo más conveniente era que aplaudiera a todos por igual o a ningún atleta, por lo que Hitler optó por no aplaudirle a nadie.

Para la mala suerte de Hitler, Owens consiguió cuatro medallas de oro, batiendo otros cuatro récords mundiales; proclamándose así, como el primer estadounidense en ganar cuatro preseas doradas en las mismas olimpiadas: 100 metros planos, carrera de relevos de 4×100 metros, 200 metros planos y salto de longitud.

Ante este resultado, se cuenta que Adolf Hitler, sumamente enojado y humillado, decidió abandonar el estadio para no felicitar y estrechar la mano de Jesse Owens, el atleta de color, de 23 años, que les había arrebatado la gloria y la supuesta superioridad de los alemanes con hechos y no sólo con palabras.

Años más tarde, en una entrevista en la que se le preguntó sobre este acontecimiento, Owens declaró: «Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente», «Hitler no me desairó, fue Franklin D. Roosevelt quien lo hizo».

Sin embargo, fue el presidente Gerald R. Ford, en  1976, quien reconoció el desempeño de este atleta, al otorgarle la más alta distinción de Estados Unidos: la medalla de la libertad.

La vida de Jesse Owens.

De acuerdo con el sitio biography.com, su nombre de pila era James Cleveland Owens, quien nació el 12 de septiembre de 1913 en Danville, Alabama. Hijo de padres que trabajaban en el campo y de abuelos que fueron esclavos.

Desde muy pequeño James fue muy enfermizo y frágil, de hecho se cuenta que en alguna ocasión casi pierde la vida debido a una neumonía, pero esto no le impedía trabajar en el campo, recolectando algodón, para ayudar a su familia a poner la comida sobre la mesa.

No obstante su vida cambió cuando a los 9 años de edad, se mudó junto con su familia a Cleveland, donde cambió las parcelas por la escuela; fue en este momento cuando uno de sus instructores, incapaz de descifrar su acento, le llamó «Jesse» en lugar de «James», sobre nombre que se le quedaría toda la vida.

Tanto en la East Technical High School y en Ohio State University, Owens se ganó el reconocimiento como uno de los mejores atletas; de hecho cuando su profesor de gimnasia, Charles Ripley, lo vio correr, le dijo: «Dentro de unos años serás el mejor atleta del mundo».

En 1935, en total Owens compitió en 42 eventos y los ganó todos. En los Juegos Olímpicos de Berlín, Estados Unidos decidió incluir en su delegación a deportistas de color, entre ellos a Jesse Owens,  hecho que Hitler reprochó de los estadounidenses.

Estados Unidos ganó en total 11 medallas de oro, seis de ellas por los atletas negros, de las cuales cuatro fueron de Owens.

Después de su éxito, Jesse comenzó a ganar dinero para seguir preparándose. Compitió contra coches y caballos, y durante un tiempo jugó con los Harlem Globetrotters.

Con el paso de los años, Owens fundó una empresa de relaciones públicas y marketing en Chicago y viajaba con frecuencia por todo el país para dar convenciones y asistir a otras reuniones de negocios.

Owens, quien fumaba hasta una cajetilla de cigarrillos al día durante una buena parte de su vida, murió de cáncer de pulmón en Tucson, Arizona el 31 de marzo de 1980/de10.com.mx