Todo comenzó en el dormitorio principal de la vivienda temprano en la madrugada de aquel 9 de marzo de 2010 en Dorado. Lorenzo González Cacho, de ocho años, entró a la recámara de su madre sin anunciarse.



En ese momento, “el niño vio algo que no debía ver”, relató una fuente. Y poco después, en circunstancias que siguen sin estar del todo claras para las autoridades, el niño fue objeto de un brutal y prolongado ataque que le costó la vida poco después y que desató la errática pesquisa que, a más de dos años de la muerte de Lorenzo, no ha terminado ni parece que vaya a terminar pronto.

El Nuevo Día habló detenidamente, y por separado, con tres fuentes que tienen conocimiento directo de la pesquisa y de lo poco que han declarado los implicados. Del relato de las fuentes consultadas se desprende que las autoridades tienen claro el sitio de la casa en que murió Lorenzo, a manos específicamente de quién y hasta un posible móvil.



Pero el relato sigue teniendo profundas lagunas, debido a que las personas que estaban en la casa esa noche, o estuvieron en algún momento, no han hablado o no han dicho todo lo que saben a las autoridades.

Esas lagunas son las que han impedido que el caso sea radicado.

Es decir, las autoridades dicen que saben quién mató a Lorenzo y por qué. Pero no pueden establecer con total precisión quién estaba presente al momento de los hechos y qué participación específica tuvo cada uno de los implicados en los actos que siguieron al ataque le costó la vida al menor.

En la casa esa noche estuvieron en algún momento la madre del niño, Ana Cacho y sus amigos Jesús Genaro Camacho, William Marrero y Arnaldo “Naldy” Colón. También estaban las otras dos hijas de la mujer, que en ese entonces tenían 13 y 5 años. Todos, salvo las niñas, han sido declarados sospechosos de la muerte.

Las autoridades dicen saber que, temprano aquella madrugada, Lorenzo entró sin anunciarse al cuarto de su madre. Allí, Cacho estaba en compañía de al menos dos de sus amigos, o quizás los tres, y fue ahí que supuestamente Lorenzo “vio algo que no debía ver”.

Las autoridades manejan dos versiones: en una, los tres hombres estaban en el cuarto y al menos dos de ellos sostenían algún tipo de contacto con Cacho. En otra, dos de los hombres peleaban al puño y uno de ellos quiso usar al niño como escudo para protegerse del otro.

Esta última versión no coloca a todos los sospechosos en el cuarto en ese momento. En cualquiera de los dos escenarios, no obstante, se tiene claro que Cacho estaba presente y uno de los tres sospechosos también es colocado todo el tiempo en la escena.

Saben quién lo mató

De lo que los investigadores están bastante seguros es de que, tras Lorenzo entrar al cuarto, uno de los hombres lo lanzó contra la pared, causándole un profundo golpe en la cabeza. Este choque fue identificado en la autopsia como una de las causas de su muerte.

Las tres fuentes dicen que saben cuál de los amigos de Cacho fue el que lanzó al niño contra la pared y apuntan al hombre que es colocado en el cuarto en los dos relatos que manejan las autoridades.

Tanto Marrero como Camacho han dicho a las autoridades que ellos no estaban en la casa en el momento en que murió Lorenzo. Marrero, quien en un momento figuró como testigo en el caso, en dos declaraciones juradas presentadas ante fiscalía, relató que horas antes de los hechos estuvo con Cacho en la casa, pero que se marchó del lugar previo a que Lorenzo recibiera las heridas mortales.

Marrero, quien es agente del Servicio de Inmigración y Aduanas federal (ICE, por sus siglas en inglés) reconoció que retornó a la residencia después de haberse ido, pero asegura que aun así no estuvo cuando Lorenzo fue atacado.

Las autoridades, sin embargo, estiman que Marrero sí estuvo.

Lo mismo entienden con Camacho, quien ha alegado que no se encontraba en Dorado cuando Lorenzo fue asesinado. Más aún, Camacho ha dicho que no entró a la casa de Cacho esa noche en ningún momento.

Colón, por su parte, ha sido citado por las autoridades y no ha acudido. Se desconoce si en algún momento ha dado su versión a las autoridades.

Después de que Lorenzo fue lanzado contra la pared por uno de los amigos de Cacho y quedó mal herido, el niño fue llevado a otra habitación en el primer piso de la residencia. Pero los testimonios que han recibido las autoridades no le permiten establecer quién lo hizo ni con qué propósito.

En esa habitación, el mismo hombre que lo lanzó contra la pared le hizo heridas con un objeto punzante sobre la ceja, la sien y la nariz a Lorenzo, las cuales terminaron desangrándolo, coincidieron las fuentes.

Las fuentes no tienen claro por qué se tomó esa decisión, pero creen que fue para tratar de encubrir el primer golpe. “Lo que entendemos es que se pusieron nerviosos y hacen esto para tratar de explicar de alguna forma el otro golpe”, dijo una de las fuentes.

A pesar de que la cortadura resultó ser demasiado profunda y no pudieron después parar el sangrado, tampoco está claro en este punto por qué los implicados no llevaron al niño al hospital al recibir el primer golpe.

Una de las fuentes dice que el ataque contra Lorenzo comenzó a eso de las 12:30 a.m., pero las otras dos sostienen que fue más entre 1:00 a.m. y 2:00 a.m. Las tres coinciden, sin embargo, en que Lorenzo fue llevado varias horas después del incidente. Cacho llevó al niño ya fallecido al Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Dorado a eso de las 5:30 a.m. La autopsia confirmó que el niño estuvo desangrándose por unas tres horas antes de llegar al CDT.

La versión de Cacho

El relato inicial de Cacho a la Policía el día de los hechos consistía en que el menor se había caído. La información inicial ofrecida por la Policía sobre la versión contaba que la mujer fue despertada por la menor de sus hijas para decirle que Lorenzo “la estaba mojando”. Cuando ella acudió al cuarto vio al infante herido y de inmediato lo llevó al Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Dorado, donde fue certificada la muerte del niño.

Inicialmente, las autoridades contemplaron la posibilidad de que la muerte se debiera a un accidente.

Algunos investigadores, sin embargo, se mostraron dudosos, según una de las fuentes. Estas sospechas fueron corroboradas luego por la autopsia hecha por el patólogo Carlos Chávez, quien determinó que se trató de un homicidio.

Cacho desde entonces ha señalado públicamente que desconoce lo que le pasó a Lorenzo esa noche y reclama que se encuentre al asesino de su hijo.

El fiscal general Obdulio Meléndez ha interpretado la actitud de los implicados en el crimen como un “pacto de silencio” para impedir que se esclareciera el asesinato del niño.

Este supuesto pacto fue objeto de controversia en el pleito en torno a la remoción de las hermanas de Lorenzo de la custodia de Cacho.

En una decisión del Tribunal de Apelaciones del caso que se litigó en el Tribunal de Menores y Familia de Bayamón, se concluyó que tanto Cacho, como la madre de esta, Yvette González, trataron de influir en las declaraciones de las niñas a las autoridades.

Entre las revelaciones de la decisión, está que la abuela le decía a una de sus nietas que “recordara” que lo ocurrido con Lorenzo había sido a las 5:00 a.m.

Así, las autoridades tienen ante sí un panorama más claro de lo que ocurrió aquella noche, pero sigue faltando la pieza clave: un testigo que cuente qué fue lo que vio Lorenzo que le costó la vida.