Santo Domingo. Ninguna otra palabra evoca mas difuso significado que el término ‘ ‘Poder’’, búsquela usted mismo en cualquier diccionario, es más, salga a preguntar a la calle, consulte al hombre de a pie o al distinguido Erudito para escuchar el galimatías de opiniones.



No obstante el Poder es algo tangible en cuanto se puede sentir y hacer uso del mismo. Danilo Medina envestido con la más alta nominación jerárquica en un país de corte estrictamente presidencialista encarna sin dudas la más alta esfera de esa palabra.

Pero si el poder nos resulta ambiguo en cuanto a como definirle hay algo que debemos tener en claro: Quien lo ostenta ha de situarse por encima de los demás no por el poder en ‘ ‘Si’’ sino por que como parte de las características del mismo lo moral y ético pasa a ser un esquema con el cual se supedita a quienes están debajo de ese ‘ ‘Poderoso’’. Y es que Lo moral y ético en ese nuevo ser que ostenta poder no es el mismo conjunto de valores regentes en la sociedad que le toque gobernar.



Quien goza del mismo esta sencillamente obligado a ver las cosas de otra forma, hay quienes usan el poder para aniquilar al enemigo con la presteza del mendigo ante un bufet de noche buena, otros lo hacen con la paciencia de un reloj de arena.

Quienes critican a Danilo por mantener en el tren gubernamental a ciertos miembros del comité político o lo hacen de forma maliciosa o sencillamente desconocen las intríngulis del quehacer político. Cual es la realidad ¿? Es cierto que el país pasa por un cuadro económico delicado entonces la praxis nos lleva a preguntarnos: Es acaso lo mejor ser gobernados por un partido de cúpula dividida ¿? De haber Danilo decidido sacar fuera del tren gubernamental a esos miembros del comité político y muy posiblemente el país se hubiese ganado a un grupo de agentes operando desde las sombras para desestabilizar el gobierno.

Pero existe un factor mucho mas clave aun: Reconvertir a tales miembros en Danilistas al permitirles seguir en el poder y, eso es algo que Leonel ha sabido leer correctamente. Danilo requiere una cuota de poder real en el seno de un comité político que hasta hace poco no era más que una pléyade de sicofantes de Leonel Fernández.

El presidente electo no quiere a un grupo descontento operando al margen de su gobierno, pero también quiere ganar adeptos en dicho grupo. Ese es el juego del poder, algo que se nos hace imposible divisar o leer cuando analizamos las acciones de los individuos que gozan del mismo bajo el filtro de los valores morales y éticos por los que se rigen el resto de la sociedad: los gobernados.

Por Aneudys Santos- (Productor de contenidos para medios).