Santo Domingo. Era entonces apenas conocido cuando llego al palacio en el año 1996, en el 2000 sale con una obra de gobierno que en su fuero interno y a pesar de las críticas de sus detractores, él sentía como buena. Sin embargo durante los próximos 4 años, despojado de silla y ñoña le tocaría asistir a una lección en el arte de gobernar para la que en vida su ilustre maestro Don Juan no le hubo de preparar. Si, fue Hipólito Mejía mas que ningún otro hombre sobre los pies de Quisqueya quien con su accionar como gobernante develo a Leonel, los arcanos de la psique colectiva del bicho dominicano. Hipólito esculpió al modelo de Fernández Reyna conocido por todos durante estos últimos 8 años recién finalizados.



Esto es así pues la forma de dirigirse al pueblo acostumbrada por Hipólito, sus respuestas agresivas y cortantes, sin importar herir o no la sensibilidad de mujeres, homosexuales, mestizaje de piel etc, todo esto llevado a cabo de un modo tal que de ser en cualquier otro país dicho presidente al menos hubiese tenido que disculparse cuando no dimitir a su cargo. Entonces para sorpresa de Leonel la población atina a solo reír mostrando así una vena colectiva sadomasoquista hasta entonces no advertida por el.

Con sus exabruptos y desmanes Hipólito desmontó a Leonel su imagen de pueblo ultrajado para enrostrarle a un país donde al menos una gran mayoría exhibía y hasta demandaba dicho estilo.



En su psique, Leonel no pudo superar ser abucheado ante el féretro de José Francisco Peña Gómez mientras que el adversario histórico del mismo, el doctor Joaquín Balaguer fue con loas y aplausos distinguido como visitante de alto honor. Ese y otros tantos detalles hizo que el Leonel retornado al poder en el 2004, fuese un hombre de mentalidad mucha mas fría y distante: su visión del pueblo sencillamente ya no era la misma, el guapo de Gurabo se había encargado de desmontarla y como Leonel comenzó a dirigir el Estado a raíz de esa nueva visión Hipólito queda entonces como su real mentor político.

Para bien o para mal, en términos históricos ese ha sido el gran aporte del presidente Mejía a esta nación: Un Leonel Fernández ya enteramente despojado de aprecio y empatía alguna hacia la tierra que le ha visto nacer, crecer, multiplicarse y gobernarle.

Quien puede asegurar que en su fuero interno el príncipe ha logrado superar los rechazos a su primera obra de gobierno sin que dicho proceso haya afectado su grado de consideración hacia este pueblo ¿? Quizás incluso él no ha advertido hasta que punto Hipólito ha operado cambios en su visión del arte de gobernar un país como República Dominicana.

Tal vez no sea un asunto de ingratitud para con su colega presidente, tal vez sencillamente como hombre sofisticado, a Leonel le cueste trabajo reconocer en dicho opositor político al maestro realmente necesario para ser un hombre de Estado exitoso al menos ante si mismo cada vez que se mira al espejo.

Por Aneudys Santos (Productor de contenido para medios).
En Twitter @aneudys_santos