JARTUM. Decenas de miles de musulmanes se manifestaron este viernes en diferentes países, para denunciar una película producida en Estados Unidos que denigra el islam, lo que desencadenó nuevos actos de violencia, que en Líbano causaron un muerto y en Sudán el incendio de la embajada alemana.



En Líbano, un manifestante murió en los enfrentamientos y 300 islamistas incendiaron un establecimiento de comida rápida estadounidense en Trípoli (norte), según un periodista de la AFP.

En Jartum, unos 5.000 islamistas atacaron las embajadas británica y alemana, quemando esta última y arrancando la bandera nacional para sustituirla por un estandarte islamista, según un corresponsal de la AFP.



En Saná, la policía disparó al aire para repeler a cientos de manifestantes que se aproximaban a la embajada estadounidense, según un corresponsal de la AFP. También utilizó cañones de agua para dispersar a los manifestantes reunidos a unos 500 metros de la embajada, donde quemaron la bandera estadounidense y reclamaron la expulsión del embajador.

En Bangladesh, unos 10.000 manifestantes quemaron en Dacca banderas estadounidenses e israelíes, y trataron de acercarse a la embajada de Estados Unidos. Tras la oración del viernes, los manifestantes se reunieron ante la mezquita de Baitul Mokaram, la más importante del país.

En Indonesia, unos 350 islamistas radicales se manifestaron en Yakarta contra la «declaración de guerra» que para ellos representa la película.

En la capital iraní, miles de personas se congregaron, gritando «Muerte a Estados Unidos» y «Muerte a Israel», según imágenes de la televisión estatal.

En el Cairo, donde se han registrado frente a la embajada estadounidense manifestaciones desde el martes, enfrentamientos esporádicos continuaron a lo largo de la mañana con las fuerzas del orden desplegadas en los alrededores de la misión diplomática.

El poderoso movimiento de los Hermanos Musulmanes, del que salió el presidente Mohamed Mursi, retiró el llamamiento a manifestarse en todo el país, afirmando que organizarían una concentración «simbólica» en El Cairo, en la plaza Tahrir.

Fuerzas de seguridad en alerta máxima

En Siria, cerca de 200 manifestantes organizaron una sentada de protesta ante la embajada estadounidense en Damasco, cerrada desde hace varios meses, según un periodista de la AFP. Silenciosos, mostraban pancartas que denunciaban la película.

En Bengasi, en el este de Libia, el tráfico aéreo fue suspendido por la noche por «razones de seguridad», tras el ataque que, el martes por la tarde, costó la vida al embajador estadounidense, Chris Stevens, y a otros tres estadounidenses. Finalmente, el viernes pudo reanudarse.

Numerosos países reforzaron la seguridad de las embajadas norteamericanas después de este ataque, tal y como pidió el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

India, que cuenta con una importante minoría musulmana, puso en alerta sus efectivos desplegados alrededor de los edificios estadounidenses. La máxima autoridad religiosa musulmana del Estado indio de Cachemira pidió a los ciudadanos estadounidenses «abandonar inmediatamente» la región.

En Afganistán, las autoridades están en alerta máxima y la mayoría de las embajadas incrementaron las medidas de seguridad para su personal, llamando a sus residentes a no salir.

El departamento de Estado estadounidense desaconsejó a sus residentes acudir a Argelia por el riesgo creciente de atentados. Sin embargo, las fuerzas de seguridad aumentaron su presencia en torno a la embajada en Argel.

Una película considerada como «una agresión»

Las reacciones, en ocasiones violentas, desencadenadas por «La inocencia de los musulmanes», cuyos extractos se difundieron por internet, recuerdan la furia provocada por la publicación de unas caricaturas del profeta Mahoma por un diario danés.

Realizado por un cineasta que se presentó como israelo-estadounidense y que, según los medios estadounidenses, sería copto, la película, de una calidad cinematográfica pésima, denigra a los musulmanes, a quienes presenta como inmorales y brutos, y al profeta Mahoma.

El presidente egipcio, Mohamed Mursi, juzgó este viernes que la película constituía una «agresión» que «desvía la atención de los verdaderos problemas en Oriente Próximo» y condenó la violencia que desencadenó en la región.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, consideró que esta cinta es una «provocación», pero no justifica la violencia.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, aseguró que el gobierno estadounidense no tenía «absolutamente nada que ver» con este «vídeo repugnante y condenable» y exhortó a los dirigentes políticos y religiosos a condenar la violencia.