Hempstead, EEUU. El presidente Barack Obama busca el martes mostrarse «enérgico» para retomar la ventaja sobre su rival republicano Mitt Romney en el segundo debate televisado previo a las elecciones del 6 de noviembre, luego de fallar en el primero y ceder terreno en los sondeos.



Para Romney, se trata de contener lo que se anuncia como una gran ofensiva del lado del mandatario demócrata y demostrar a las decenas de millones de telespectadores que tiene envenrgadura suficiente para convertirse en el 45º presidente de Estados Unidos.

Obama y Romney estarán cara a cara en la universidad Hofstra de Hempstead, 40 km al este de Nueva York, a partir de las 21H00 locales (01H00 GMT del miércoles) durante 90 minutos.



El formato de este segundo debate será diferente al del primero del pasado 3 de octubre en Denver (Colorado, oeste) ya que serán 80 votantes indecisos que formarán parte del público los que preguntarán y no el moderador, en esta ocasión Candy Crowley, periodista de la cadena CNN.

El equipo de Barack Obama ya aseguró que el presidente se dedicará a hacer olvidar su pobre desempeño de hace quince días atrás, cuando tuvo «una mala noche» y Romney salió airosos recortando la brecha en los sondeos de intención de voto y convirtiendo la carrera hacia la Casa Blanca en una lucha mucho más reñida.

Las campañas casi siempre suelen restar importancia a las expectativas de un debate, pero Robert Gibbs, un alto asesor del equipo de Obama, quizás reconociendo que lo que está en juego es la reelección de su jefe, predijo que el presidente volverá «rugiendo».

«Creo que ustedes verán una actuación excepcionalmente fuerte en el debate de esta noche por parte del presidente (…) Verán a alguien que se mostrará fuerte, vehemente y enérgico», señaló Gibbs para la cadena MSNBC.

Gibbs explicó que Obama no sólo hablará de las duros cuatro años que Estados Unidos ha gastado para salir de la crisis económica, sino también de su agenda para el futuro, dos puntos en los que se mostró débil en el debate de Denver.

Por su parte, Mitt Romney tiene que probar que su sorprendente actuación de hace dos semanas no fue una casualidad, mientras su equipo de campaña discute sobre la cobertura mediático pos-debate en el caso de un regreso fuerte de Obama.

«El presidente Obama va a tener una mejor noche que la que tuvo en el primer debate», admitió Ryan Williams, portavoz de Romney, agregando que es probable que el demócrata venga a la carga con «ataques deshonestos y negativos».

«Si el presidente elige atacar al gobernador Romney a lo largo del debate, será simplemente otra oportunidad fallida para él de presentar algún tipo de justificación para su segundo mandato», advirtió sin embargo.

— Paridad en las encuestas —

Tras el debate de Denver, Obama había cedido cuatro puntos a nivel nacional al ex gobernador de Massachusetts (noreste) y el martes por la mañana el promedio de los sondeos del sitio RealClearPolitics los mostraba a ambos en igualdad casi perfecta.

Si Obama disfruta aún, según la mayoría de las encuestas, de una ventaja en Estados claves como Ohio, que Romney necesita para ganar la elección, una nueva derrota del presidente podría volverse difícil de superar.

Obama ha estado desde el sábado en un hotel de la ciudad de Williamsburg, Virginia (este), preparándose para este segundo intenso debate, y era esperado el martes por la tarde en Hempstead.

De su lado, Romney llegó por la mañana a la zona de la universidad Hofstra tras dos días en su residencia de Massachusetts.

En vísperas del debate, una intervención de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, puede haber desactivado uno de los ataques más perjudiciales de Romney.

Clinton dijo que asumía la responsabilidad de cualquier problema de seguridad anterior al ataque contra el consulado de los EEUU en Benghazi, Libia el pasado 11 de septiembre, que mató al embajador estadounidense Chris Stevens.

Romney y su candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, han afirmado que el ataque a Bengasi, y las cambiantes informaciones de la administración de Obama sobre el mismo, son síntomas de una «desintegración» de la política exterior del actual gobierno.

El ex presidente Bill Clinton también acudió en ayuda de Obama al publicar un video de campaña en el que afirma que el plan presupuestario de Romney significará una baja de impuestos de 1% para los estadounidenses más ricos y un alza de la presión fiscal para la clase media.

La campaña de Romney respondió con su propio video, alegando un creciente impulso para la candidatura republicana tras el primer debate.

«El plan de Romney-Ryan para crear 12 millones de empleos nuevos que ayuden a la clase media está resonando en los estados de todo el país, y las multitudes lo piden, los sondeos se estrechan y los voluntarios inundan las oficinas», dice Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano.

Obama ha gastado muchos meses y millones de dólares argumentando que a Romney no le importa la clase media. El martes, se enfrenta a la presión de probarlo.

AFP