Si la idea es lograr los objetivos que te has planteado para tu carrera, no basta con realizar bien el trabajo y esforzarse. También son necesarias ciertas actitudes que te ayudarán a llegar adonde quieres.



Citando a la publicación Inc.com –dedicada principalmente al coaching para emprendedores-, el sitio elconfidencial.com y publimetroempleos.com.mx entregan un decálogo con las conductas que un trabajador o jefe nunca debería abandonar para llegar a alcanzar sus objetivos. ¡Atención!

1.- No culpes a los demás. Todos cometemos errores. En ocasiones, los empleados o compañeros de equipo no logran cumplir con las expectativas y, en ese caso, se debe analizar el problema para discernir qué parte de responsabilidad tienen unos y otros.



Quizás, no se proporcionó la capacitación suficiente o se haya exigido demasiado en poco tiempo. Asumir la responsabilidad de un error, en lugar de culpar a los demás, no es una actitud masoquista. Más bien, implica una mayor concentración para realizar el trabajo de la mejor forma posible.

2.- No fanfarronees. Nadie consigue el aprecio de los demás ni una mejor valoración en los negocios por el simple hecho de aparentar materialmente. Ni la marca de la ropa, ni el auto, ni siquiera los títulos servirán para mejorar. La honestidad es uno de los primeros pasos para conseguir triunfar, tanto en la vida como en el trabajo, y sólo se llegan a formar relaciones de confianza cuando no se intenta impresionar a los demás. Siempre hay que ser uno mismo.

3.- No te aferres a lo que ya tienes. La inseguridad y la incertidumbre nos vuelven conservadores y hacen que nos aferremos a lo que ya tenemos o sabemos. Para lograr alcanzar las metas es preciso soltar amarres, arriesgar y luchar por lo que realmente se quiere. Incluso, si no se logra tener el éxito buscado, el propio acto de intentarlo hará que nos sintamos mejor con nosotros mismos.

4.- No interrumpas. La interrupción no sólo es una grosería que se debería evitar en cualquier contexto, sino que implica una serie de consecuencias más trascendentales, como la incapacidad para escuchar, la falta de interés o la intención de coaccionar a los demás antes de que hablen. Lo más recomendable, tanto por el bien propio como por la imagen mental que los demás se harán de nosotros, es concentrarse en lo que nos digan y hacer las preguntas necesarias para asegurarse que lo entendemos todo.

5.- No te quejes. Lamentarse de los problemas sistemáticamente no te hará sentir mejor, sino todo lo contrario. Si algo está mal, no pierdas el tiempo quejándote, sino que esfuérzate por mejorar la situación. En lugar de pensar sobre las dificultades, piensa en cómo puedes superarlas.

6.- No al autoritarismo. La autoridad va implícita a una función concreta y todos los miembros implicados en ella la presuponen de antemano. No se debe insistir en ella innecesariamente, porque no será productivo. La autoridad o el control excesivo sólo funciona a corto plazo, como mucho, pero a medio plazo provocará que nadie quiera trabajar o hacer negocios con nosotros. Un buen equipo, motivado, fiel y trabajador, solamente se conseguirá formar dejando de lado la presión y el excesivo control sobre los demás.

7.- No ridiculices a los demás. Aunque tengas más experiencia y mejor formación que tus compañeros o empleados, hay que cuidar las expresiones a la hora de criticar para evitar ridiculizar.

8.- No prejuzgues. Cuanto más alto se está en la escala laboral más tiende uno a creerse superior y prejuzgar a los demás como unos incapacitados cuando están a nuestro lado. Con esta actitud sólo lograrás que los demás tampoco te tengan en consideración y desprecien tus enseñanzas.

9.- No seas intransigente con los errores. Para aprender de las faltas, hay que ser transigentes las primeras veces. Si tú o alguien más ha cometido un error, es necesario reflexionar sobre lo que pasó y sacar alguna enseñanza positiva de todo. Ser comprensivo y enfocar los fallos como una oportunidad es un seguro para que no se vuelvan a repetir.

10.- No dejes que el miedo te paralice. El miedo es una actitud defensiva natural de todos los seres humanos. Sin embargo, cuando produce cobardía nos impide cambiar y frena nuestras expectativas. Lo más recomendable es asumir ciertos riesgos, pero siempre de forma muy planificada y premeditada de antemano: siempre en el momento más adecuado, contar con alguna alternativa ante la posibilidad de cometer un error y tener algún plan que enmiende, aunque sea en parte, el posible fallo que se cometa.