MADRID. Un español que pasó 23 años en coma a raíz de una operación de cirugía estética murió este domingo, un año después que su familia lograse finalmente ser indemnizada al término de una larga batalla judicial, informó este martes uno de sus abogados.

Antonio Meño «falleció el domingo», informó a la agencia AFP Luis Bertelli, uno de los abogados que defendió a la familia durante sus dos décadas de combate para obtener una compensación.



Esta lucha llevó a los padres del hombre a acampar durante 16 meses, con su hijo en una cama improvisada, ante el ministerio de Justicia en Madrid.

«Ha muerto una víctima de una injusticia», agregó el abogado, que acusa a los magistrados de haber tardado demasiado en hacer justicia.



«Fueron muchos años de espera y de angustia de una madre que veía pasar el tiempo por la ventana de su hijo a quien tenía que estar permanentemente cuidando», afirmó. «Estuvo atada permanentemente a la pata de una cama porque no le dieron la indemnización que le hubiera permitido poner unos enfermeros que le aliviaran la carga», agregó.

Meño vivió en estado vegetativo desde que en 1989, a los 21 años, se le realizó una operación estética en la nariz.

El anestesista, acusado por la familia de negligencia, había sido condenado en primera instancia por «imprudencia» pero fue después absuelto en recurso de apelación.

Los padres de Antonio, panaderos jubilados, decidieron en 2009 acampar ante el ministerio cuando la justicia amenazó con confiscarles su apartamento para pagar los 400.000 euros (más de 518.000 dólares) de gastos procesales.

Sin embargo la aparición de un nuevo testigo, un médico que presenció la intervención en calidad de estudiante, llevó al Tribunal Supremo español a reabrir el caso en noviembre de 2010.

Una conciliación entre las dos partes permitió finalmente a la familia recibir una indemnización de 1,075 millones de euros en julio de 2011.

La madre de Meño, Juana Ortega, aseguró entonces, a la salida del tribunal, que la historia no acababa como a ella le hubiese gustado: «siento que he vendido a mi hijo, me siento humillada, pero no puedo más».