Si el Barack Obama modelo 2012 hubiera competido contra el Barack Obama modelo 2008, probablemente lo hubieran aplastado. En ese entonces Obama parecía un político de otro mundo, que encarnaba esperanza. Acabó con el republicano John McCain. Le ganó holgadamente con 365 votos en el Colegio Electoral y le sacó 10 millones de votos de ventaja. Además, gracias al apoyo de los jóvenes, de los latinos y de las mujeres, conquistó estados donde el partido demócrata nunca había ganado. Su victoria, la primera de un afroamericano, fue histórica. de acuerdo a semana.com, una nueva era parecía estar naciendo en Estados Unidos.



Cuatro años después Obama se volvió un simple mortal. Su presidencia decepcionó y su reelección se complicó frente a un Mitt Romney agresivo y más competitivo de lo que se esperaba. Aunque Obama logró mantener su país a flote en medio de la terrible crisis económica, por poco pierde la presidencia.

Con otro periodo, Obama puede cerrar su presidencia con más tranquilidad y tratar de profundizar sus políticas. Con un poco de suerte, la economía va a volver a empezar a crecer y definitivamente, le asegurará a Obama un puesto en la historia.

Estas son las claves de la victoria de Barack Obama:



1 – El presidente siempre gana

Ser presidente en ejercicio da una ventaja importante en cualquier elección. En la historia reciente solo cuatro mandatarios no han logrado la repetir presidencia.

Los sondeos indican que cuando todavía hay muchos indecisos poco tiempo antes de las elecciones, tienden a votar por el que ya ocupa el puesto, pues prefieren no arriesgarse.

El presidente Obama sabía además que su elección se podía decidir en varios estados claves como Ohio, Florida y Pensilvania. En vez de desmantelar sus equipos de campaña, dejó una avanzada en los condados más indecisos, para hacer un trabajo de largo aliento. Como presidente Obama visitó además numerosas veces estos estados. Estuvo en los últimos decenas de veces en Ohio y en Florida.

Frente a esa maquinaria, Romney empezó a hacer campaña con casi nada. Obama le tomó una ventaja natural, sobre todo después de unas primarias republicanas que fueron inusualmente largas, que duraron hasta mayo y le quitaron tiempo esencial y dinero a Romney. Obama como presidente en ejercicio, no tuvo que competir en una primaria y se ahorró mucho desgaste.

El mandatario es además ya conocido por los votantes. Aunque no les gusten sus políticas, es más fácil proyectarse cuatro años más con el que ya está en la Casa Blanca que arriesgarse por uno nuevo. Como reza el dicho “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

2 – A pesar de la crisis, la economía ha mejorado

Para 60 por ciento de los estadounidenses la economía era su principal preocupación. Y con razón. La deuda pública es de 16 billones de dólares, hay 13 millones de estadounidenses desempleados, 47 millones de personas con ayuda federal para alimentarse, 16 por ciento de la población es pobre y se planea que este año la economía crezca menos de dos por ciento. Y cerca de 50 por ciento de los votantes coincidían con que Mitt Romney, un empresario, era la persona más indicada para encargarse de la economía.

Pero Obama tuvo suerte y desde hace unos meses los indicadores mejoraron. En octubre se crearon 170.000 empleos nuevos y el desempleo bajó a 7,9 por ciento, el nivel más bajo desde enero de 2009. Además la confianza de los consumidores ha mejorado, la bolsa ha subido sensiblemente y la crisis inmobiliaria parece estar menguando.

Son logros tenues, poco sólidos, que no aseguran que en un par de meses la economía vuelva a recaer. Pero ya no importa, pues las elecciones están en el pasado. Obama logró que pegara su mensaje de “a pesar del estado desastroso de la economía, hice lo mejor que podía”. Muchos ciudadanos aún le echan la culpa a George W. Bush por el desastre económico.

3 – Un balance que no es tan malo

Cuando lo eligieron, Obama quiso personificar el “Change” (Cambio) y el “Yes we can” (Sí se puede). La expectativa fue enorme, aunque terminó por decepcionar a sus electores.

Pero tomó decisiones claras y fuertes. Le inyectó 800.000 millones de dólares a la economía para estimular el crecimiento. Invirtió en infraestructura, en asistencia para los más pobres, en educación, en salud, en vivienda, en energía renovable. Impuso una reforma a los banqueros de Wall Street, reguló las industrias que contaminan e impulsó una ley para proteger a los consumidores.

En 2009 salvó de la bancarrota a General Motors y a Chrysler, los dos colosos de la industria automotriz nacional. Según su campaña, gracias a eso más de un millón de personas conservaron sus empleos. En Ohio, uno de los estados decisivos, donde el peso de las fábricas de carros es trascendental, un sondeo a boca de urna señaló que 60 por ciento de los votantes apoyaron ese rescate.

Además lideró una difícil ‘megarreforma’ al sistema de salud. Hasta entonces en Estados Unidos solo estaban asegurados los que quisieran o los que pudieran. Así, más de 45 millones de estadounidenses vivían a la merced de la enfermedad. Ahora la cobertura es obligatoria para todos y se subsidia con créditos federales o aportes de los empleadores.

Aunque la política exterior no fue uno de los grandes temas de campaña, fue donde Obama más se destacó. Mantuvo a raya a Irán y su programa nuclear, retiró las tropas de Irak, escalonó la salida de Afganistán, lideró una guerra sin piedad con drones contra los talibanes en Pakistán y sobre todo, mató a Osama Bin Laden.

4 – Romney, un candidato con demasiados defectos

Nunca fue fácil para Mitt Romney. Desde las primarias republicanas, los candidatos de su propio partido ya lo criticaban por ser un millonario que no lograba conectarse con el estadounidense promedio. Romney tenía fama de cambiar de bando y de opinión cada vez que le convenía. Además muchos lo criticaban porque no lograba inspirar simpatía.

Cuando la campaña empezó, los demócratas atacaron a Romney con saña. Algunos lo presentaron como un capitalista vampírico, que tenía cuentas en paraísos fiscales y que llevó varias empresas a la quiebra antes de deslocalizarlas en China.

Aunque en los debates Romney logró cambiar un poco su imagen, sus frecuentes metidas de pata no lo ayudaron. En un debate en las primarias republicanas, le apostó 10.000 dólares al tejano Rick Perry. En un mitin en Detroit, la capital del automóvil, dijo que su esposa tenía un «par de Cadillacs», los autos más lujosos de la industria. También dijo que los 374.000 dólares que le pagaban por sus apariciones públicas «no era mucho dinero». La competencia no necesitaba mucho más para decir que es un «Rico McPato» insensible.

En un sondeo a boca de urna en Florida, 53 por ciento de los votantes dijeron que sentían que Obama los entendía mejor.

Para rematar, una cámara escondida lo filmó diciendo que «no nos sirve el 47 por ciento de los votantes. Dependen del gobierno, creen que son víctimas, creen que el gobierno tiene la responsabilidad de ocuparse de ellos, creen que tienen derecho a salud, a comida, a vivienda, a cuanta cosa».

Sus posiciones ideológicas no fueron además las más sólidas. Siendo gobernador de Massachussets era un político moderado, centrista, que pactó con los demócratas para sacar adelante una agenda conjunta. Para conquistar las primarias y la base extremista del Tea Party, dio un vuelco hacia la extrema derecha. Al final de la campaña, trató de volver al centro para convencer los independientes y los indecisos, pero ya era tarde.

Romney además escogió como fórmula vicepresidencial a Paul Ryan, el adalid de la revolución ultraconservadora contra la Casa Blanca. En el congreso se hizo famoso por controvertir los presupuestos de Obama y elaborar la contrapropuesta que el premio Nobel de Economía Paul Krugman calificó de «ridículo y descorazonado» pues favorece a los ricos y golpea lo pobres. Con Ryan a bordo Romney mostró que iba a llevar su campaña a la extrema derecha. Y eso sin duda asustó a muchos.

5 – El factor Sandy

En vísperas electorales, la tormenta Sandy golpeó toda la Costa este del país, que dejó más de 80 muertos, miles de hogares sin luz y multimillonarios daños materiales. Obama puso su campaña entre paréntesis y volvió a vestirse de presidente. La gente vio eso con buenos ojos. Monitoreó el avance de la tormenta y atendió a los afectados. No solo ocupó los medios en días claves, sino que hizo su trabajo bien, e incluso políticos republicanos lo reconocieron.

Además, en un editorial el diario The New York Times recordó que Bush debilitó a la Agencia de Atención de Desastres (Fema por sus siglas en inglés), lo que lo llevó al caos de Katrina y que hace algunos meses Romney respaldó un plan para privatizar ese servicio. El excelente desempeño de la agencia se convirtió así en otro triunfo para Obama, quien había revitalizado a la Fema, mientras en las últimas horas Romney trataba de matizar su posición.