¿Qué tan profundo es el significado de un nombre? Mucho si se trata del nuevo papa.

Cada vez que se elige a un nuevo pontífice en un cónclave, un cardenal de alta jerarquía le hace la pregunta: «¿Con qué nombre le gustaría que se le llame?»



La pregunta es planteada de inmediato mientras todos los electores aún siguen dentro de la Capilla Sixtina. Es por ello que el nuevo pontífice tiene que haberse preparado de antemano y haber seleccionado un nombre.

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Poco después, el cardenal decano da a conocer el nombre pontificio en latín desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro como parte de la fórmula «Habemus Papam» — «Tenemos papa» — que proclama la elección de un nuevo jefe de la Iglesia católica.



«El nombre que el nuevo papa elige dice mucho sobre la fuerza de su papado», destacó Ambrogio Piazzoni, un historiador eclesiástico y subprefecto de la biblioteca del Vaticano.

Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger que sorprendió al mundo el mes pasado al anunciar que se retiraba, dijo a los peregrinos en su primera audiencia en el 2005 que había elegido el nombre a fin de ser guiado por el papa Benedicto XV de los albores del siglo XX.

«En sus huellas pongo mi ministerio, al servicio de la reconciliación y armonía entre los pueblos», dijo Benedicto XVI. El Benedicto previo, que fue papa desde 1914 hasta 1922, condujo a la Iglesia a través de los turbulentos años de la Primera Guerra Mundial y dedicó gran parte de su papado a curar las rupturas que la guerra creó en Europa.

Ratzinger, que se enfocó en la herencia cristiana de Europa a lo largo de su papado, dijo que también obtuvo inspiración de San Benedicto, quien vivió durante el siglo VI, fundó el ascetismo occidental y es considerado responsable de ayudar a propagar el cristianismo por toda Europa. Una de las principales prioridades de Benedicto XVI fue reanimar la fe en el continente.

Inspiración. Otros papas en tiempos recientes también han buscado inspiración en el legado de pontífices del pasado.

En 1978, Juan Pablo II mantuvo el nombre de su predecesor inmediato, Juan Pablo I, como deferencia a su breve papado. Juan Pablo I, quien adoptó el primer nombre compuesto en la historia, fue hallado muerto en su lecho en los apartamentos papales después de sólo 33 días de haber sido elegido papa.

El polaco Juan Pablo II, cuyo nombre de pila fue Karol Wojtyla, también había sopesado usar el nombre de Estanislao por respeto al santo patrón de Polonia.

Hasta el primer milenio los papas eran llamados por su nombre original, con excepción del papa romano Mercurio del siglo VI, a quien sus padres le pusieron un nombre pagano. El decidió que no sería adecuado para un pontífice y eligió el nombre Juan II, convirtiéndose en el primero en cambiárselo.

Dentro de la línea del nombre Juan, en 1958 Giuseppe Roncalli se hizo llamar Juan XXIII por el nombre de una pequeña parroquia, Juan el Bautista, situada en el poblado de Sotto il Monte, en el norte de Italia, donde se le había bautizado.

Durante los 2.000 años de historia de la Iglesia el nombre más popular ha sido Juan, seguido de Gregorio y Benedicto. Pío fue el nombre favorito en el siglo pasado, elegido por tres papas. Otro pontífice famoso que llevaba ese nombre fue Pío IX del siglo XIX, quien tuvo el papado más prolongado hasta la fecha, de casi 32 años.

Un nombre, un mensaje. Entonces, ¿cuál podría ser el nombre más probable para el nuevo papa?

«Todo depende de qué mensaje desee difundir desde el primer día», destacó Piazzoni.