FREDERICKSBURG, Estados Unidos. «Fue grandioso», dice Sharon Schaefer mientras muestra con orgullo un objetivo acribillado a balazos en un campo de tiro, donde esta profesora de gimnasia de 62 años toma un curso para aprender a usar un arma de fuego, algo que hacen cada vez más estadounidenses.

«¡Felicitaciones Sharon, has hecho un gran trabajo!», añade su instructora Teresa Ovalle, quien acaba de darle una introducción al uso de la pistola, teórica y práctica, de pie en The Range, un centro de tiro techado en Fredericksburg, Virginia (este), a 80 km al suroeste de Washington.



Mujer disparando

Cada jueves por la noche, The Range se tiñe de rosado, el color de las camisetas y logotipos que usan las integrantes del grupo «Pistol Packing Ladies» (Las damas de la pistola).



Solo mujeres, novatas o no, lo integran para «aprender de forma gratuita cómo manejar un arma con seguridad», explica Ovalle, una exintegrante del cuerpo de marines estadounidense.

Este grupo de aficionadas a las armas de fuego está lejos de ser una excepción en Estados Unidos, un país fuertemente armado donde acaba de ser rechazado en el Congreso un nuevo intento de fortalecer la regulación en la materia, presentado después de la conmoción por la matanza de Newtown, que dejó 26 muertos, entre ellos 20 niños.

No son las únicas mujeres que se juntan para practicar tiro. Las «Shooting Divas» («Las Divas Tiradoras») se entrenan a pocos kilómetros de aquí, en Virginia, y las «Gun Powder Gals» (Las chicas de la pólvora) lo hacen en Carolina del Norte (sureste), mientras que el club «A Girl and a Gun» (Una muchacha y un arma) entrena a unos 40 grupos en el país.

Los sitios en internet, las revistas, y diversos productos – pistolas rosadas y fundas para el sujetador – abundan en un mercado en expansión.

«Una afirmación de sí misma»

Según Gallup, el total de mujeres que posee un arma en Estados Unidos pasó de 13% en 2005 a 23% en 2011 (46% de los hombres).

En tanto, el número de los que practican tiro al blanco aumentó 51,5% entre 2001 y 2011, y 41,8% entre los cazadores, según la Asociación Nacional de Artículos Deportivos (NSGA, por su sigla en inglés), que nuclea a la industria de las armas para uso deportivo.

El interés de las mujeres en las armas de fuego es «un fenómeno que ha crecido de manera constante en los últimos diez años», en consonancia con el ingreso de mujeres a sectores antes dominados por los hombres, dijo Mary Zaiss Stange, profesora de la universidad Skidmore College, autora de libros sobre las armas y las mujeres.

«Las mujeres están muy preocupadas por la seguridad de sus familias», dijo Bill Brassard, portavoz de la Fundación Nacional de Deportes de Tiro (NSSF, por su sigla en inglés).

Esto está también «en los genes de los estadounidenses», asegura Ovalle, fundadora del grupo «Pistol Packing Ladies», y la Segunda Enmienda, tan cara para la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el lobby de los fabricantes de armas, «nos da el derecho a comprar un arma para protegernos».

Zeiss Stange advirtió contra los estereotipos de género en este tema. No debería haber «clichés», señaló. «Decir que las mujeres son más pasivas, más sensibles, que las armas y la feminidad no van juntas, es todo del pasado». Para una mujer, portar un arma es también «una afirmación de sí misma», dijo.

Es el caso de Elizabeth Timms, una cincuentona divorciada quien asegura que «siempre» le gustó disparar. Vive sola en Virginia y porta legalmente un arma de fuego. «Si pensara que hay un peligro inminente y voy a perder mi vida, sí, dispararía», dijo.

Pero Dedra Brown, una agente inmobiliaria de 30 años vestida de rosa fluorescente, no empezó como aficionado a las armas. Siempre odió todo al respecto… hasta que la amenazaron en la calle.

«Me sentí impotente», dijo, explicando por qué ahora lleva consigo un arma. «Definitivamente no tengo el temor que una vez tuve».

Y al igual que muchos hombres armados, Sharon Schaefer no se fía de los esfuerzos para restringir el acceso a las armas.

«Yo no quiero que nadie» – como el presidente Barack Obama o legisladores reformistas – «me diga que no puedo tener algo que realmente tengo derecho a tener».

AFP