La cifra de niñas embarazadas sigue en aumento en comunidades de la provincia San Cristóbal, situación que propaga un problema social el cual, al parecer, escapa al control de las autoridades, quienes hasta el momento no tienen un plan específico para evitar la ocurrencia de esta problemática.

Todos los días, en el Hospital Juan Pablo Pina atienden nuevos casos y en las consultas asisten entre 45 a 60 muchachas, cuyas edades oscilan entre 10 a 19 años.



De acuerdo a los datos del hospital en el trimestre abril-junio recibieron 661 niñas embarazadas de 10 a 14 años, y 711 de 15 a 19 años, para un total de 1,372, jóvenes en estado de preñez.

Pero, mientras la sociedad civil y las autoridades muestran preocupación por el problema de salud que estos embarazos representan, las protagonistas cuentan despreocupadas múltiples historias sobre la forma en que fueron abusadas o se entregaron a sus novios.



Entre los relatos narrados por las adolecentes en los pasillos del Juan Pablo Pina están: la leyenda de una muchachita de 12 años, quien, según explicó, un día que se sentía amargada compró una botella de ron y se fue con un “tigre”, resultando preñada.

Otras dos acusaron a sus madres de la situación que padecían, porque las motivaban a buscarse un viejo con “cuartos” que las mantuvieran. “Con ese cuerpazo que tienes, debes buscarte un viejo”, les decían, condición que las condujo a su estado de gravidez.

“Las historias de estas niñas son muy preocupantes y la gente cree que ese es un problema fácil de resolver, pero eso no es así, porque esto es un drama que se ha convertido en un problema de Salud Pública”, comentó el doctor Eulogio Acosta Martínez, subdirector del Hospital Juan Pablo Pina, encargado de emergencias.

Acosta Martínez abundó que cuando escucha los relatos de estas niñas, se imagina que son mujeres de 30 ó 40 años.

La realidad sobre el alto índice de adolescentes embarazadas en San Cristóbal, surgió a raíz de que en el Juan Pablo Pina ingresaron una menor de 13 años en estado de gestación, procedente de Baní, con una crisis asmática, que la mantuvo en el lugar por varios días.

Su condición de salud involucró a otra niña de 10 años, también encinta, procedente de un sector de San Cristóbal, a la cual los medios de comunicación confundieron con la de 13, al comentarse que se hallaba en estado grave.

Sobre esta infanta, el doctor Acosta Martínez explicó que le dan asistencia desde inicios de junio y que además recibe orientación psicológica. Mientras que el ministro de Salud Pública, Freddy Hidalgo Núñez, instruyó para que le den seguimiento en su casa.

Igualmente, como medida para garantizar que esos embarazos tengan un desarrollo satisfactorio, las autoridades han pensado en proveerles en cada comunidad de un padrino, especie de veedor para darles seguimiento y que no falten a las consultas.

Entretanto la población común cree que el escenario generado por las adolecentes obedece a la descomposición social y los bajos ingresos de los padres, condición que impide proveerles todo lo que éstas demandan.

Pedro Santana, un motoconchista, reflexionó sobre el caso de una niña de 12 años que resultó preñada al quedar sola en la casa, puesto que sus progenitores salían a trabajar y regresaban en la noche.

Para Santana, el hecho de que ambos padres dejen el hogar para buscar el sustento de la familia, constituye principal causa de que tantas menores sean violadas y embarazadas.

Esta semana, la Defensora del Pueblo, Zoila Martínez de Medina, dijo que ese es un problema de las fiscalías, porque no actúan contra los padres, que a su juicio son los responsables de esta situación.

Fuente Dominicanoshoy.com