HERNANDO ALONZO (Cotui).Probablemente todo el país está en clases, pero en esta comunidad, un tanto alejada de la civilización, el año escolar aún no comienza para los estudiantes porque no existe un local apropiado para impartir docencia.

Rancheta
Escuela



Suplicio o calvario, cualquiera de los dos términos es aplicable a la situación por la que atraviesan los bachilleres de aquí.

El viacrucis se remonta muchos años atrás, cuando en el gobierno del entonces presidente Hipólito Mejía se iniciaron los trabajos para la construcción del liceo secundario de este poblado.



Desde entonces, ha sido una pesadilla para padres y estudiantes, pues una década después no ha habido forma de concluir la obra, a pesar de que la estructura se encuentra avanzada en casi un 80 por ciento.

Esta es una pobre comunidad enclavada entre bosques y montañas, de gente trabajadora y esperanzada en el progreso y el desarrollo, de ahí su ardor y ahínco por la educación.

Reporteros del periódico El Nuevo Diario visitaron el lugar, palparon la paralización de los trabajos y tomaron el pulso de una comunidad que está notablemente decepcionada por la indiferencia de las autoridades en todos estos años.

Apenas ante la llegada de reporteros de este diario los comunitarios se manifestaron impotentes, porque sus reclamos a lo largo de todos estos años no han sido escuchados.

El tiempo pasa inclemente, y junto a la falta de atención de las autoridades competentes los bachilleres atraviesan por imborrables penurias recibiendo clases en una “rancheta”, que sería adecuada para el criadero de gallinas, pero ni siquiera es apta para una granja debido a pronunciados boquetes en el techo, que dan entrada al candente sol y al ingreso de agua en tiempos de lluvia.