abinader

 

José Rafael Abinader dedicó más de 30 años de su vida a la actividad política, dentro del Partido Revolucionario Dominicano, actividad de la que hoy está totalmente retirado. Ahora se dedica a escribir, arrepentido del tiempo que le dedicó al activismo partidarista, un período que considera estéril y frustrante. Está inmerso en escribir, entre otros textos, sus memorias, unas páginas en las que plasmará las razones que lo llevan a afirmar que los políticos serios no llegan al poder, al menos en esta media isla. 



1. De origen libanés
Nací en la Villa de Tamboril, provincial de Santiago, en el año 1929. Mi padre, José S. Abinader, emigró del Líbano hacia la República Dominicana, en el año 1898, y mi madre, Esther Wasaf de Abinader, nació en Montecristi, pero era hija de padres libaneses que ya se habían radicado aquí. Comencé a estudiar a los siete años de edad, en Tamboril. Después de cuatro años de estudios, la familia se mudó a Santiago, nos radicamos en el barrio Gurabito, cerca de donde ahora está el estadio Cibao. Detrás de nuestra casa corría el río Yaque.

2. Amante de la lectura
A la edad de nueve años aprendí a nadar. Con un amigo del barrio arribábamos los troncos de pino que bajaban por el río para llevarlos a un muellecito de un aserradero propiedad de los Bermúdez y por cada tronco que arribábamos nos daban un centavo. Yo usaba ese centavo para pagarle al dueño de un ventorrillo, de apellido Valdez, que recibía el periódico La Nación y lo alquilaba a un centavo por media hora. Yo, un niño, alquilaba el periódico para leerlo. En esa época corría el dólar de los Estados Unidos, no existía el peso dominicano. Era el año 1939.



3. En los estudios
Me inscribí en una escuela que se llamaba República de Colombia, que quedaba frente a lo que hoy es la Catedral de Santiago. Siempre nos obligaban a realizar una composición diaria, nos ponían a hablar sobre diferentes temas o nos mandaban a realizar composiciones sobre personajes, hechos históricos o acontecimientos que sucedían en la familia. Me gustaban mucho la Gramática y las Matemáticas. Me gradué de bachiller en Ciencias Matemáticas y en Ciencias Sociales. Nunca me compraron un libro, yo andaba con un cuadernito y en ese cuadernito tomaba nota de todo lo que decían los profesores. Éramos muy pobres, pero luego, cuando mis hermanos mayores comenzaron a trabajar se alivió la situación en mi casa.

4. El director de Deportes
Era un niño muy tranquilo, pero en Gurabito me enseñaron a boxear, a jugar béisbol, basquetbol y voleibol. En una ocasión, Ramfis Trujillo se enamoró de una joven muy bella en Santiago y la joven le suplicó que nombrara a su papá en un cargo en Santiago. Él llamó al gobernador de Santiago y le dijo: Búsquemele un empleo a fulano, que ese es el suegro mío. El gobernador le respondió que no había vacantes y él le dijo: “pues cree una vacante”. Entonces lo nombraron director de Deportes de la Escuela Normal Ulises Francisco Espaillat.

Entonces, una tarde, mientras practicábamos basquetbol el señor llegó vestido de saco y corbata y dijo: “yo soy el director de Deportes de esta escuela, ¿ustedes están jugando voleibol o basquetbol?´

5. El entierro de Horacio Vásquez
Recuerdo que durante el entierro de Horacio Vásquez, teniendo yo seis años, llegaron dos pelotones del Ejército Nacional, eso para Tamboril era un espectáculo. Yo nunca había visto eso, marchando con un féretro delante y levantando los pies. Eso fue en el 1936. Trujillo no fue, sino que mandó a Mario Fermín Cabral, el gobernador de Santiago, a representarlo. Estaban allí dos pelotones del Ejército que le rindieron homenaje, mientras el féretro descendía a su morada final. Ese día me dieron una pela a mí,  porque con seis añitos me fui solo detrás de los militares, porque esa marcha para mí fue como un espectáculo, porque en Tamboril no había nada, ninguna diversión.

6. El equipo de La Salle
En una ocasión, llegó un equipo del Colegio de La Salle, que era donde estudiaban los hijos de los ricos en Santiago. Los estudiantes llegaron con todos sus equipos de béisbol nuevecitos, y un tigre llamado Gonda se los robó. No pudimos jugar, porque no aparecieron los equipos de juego. Al otro día agarraron a Gonda preso y les devolvieron todos los equipos a los muchachos de La Salle.

7. Quería ser ingeniero
Cuando me gradué de bachiller quería ser ingeniero, pero había que ir el día entero a la facultad y no tenía quien me mantuviera aquí en la capital, así es que me inscribí en la facultad de Derecho, que me permitía ir de dos a seis de la tarde y por la mañana podía trabajar.

8. Decepciones
Lo más frustrante en la política han sido todos los engaños que me hicieron en cada uno de los puestos a los que aspiré. Los enemigos míos pagaban para que no me pusieran mi verdadero porcentaje en las encuestas. Una vez, cuando yo aspiraba a presidente del PRD, alguien contrató a Dorín Cabrera y él hizo una encuesta; Tony Raful, que aspiraba, se había retirado y por lo tanto era el último y Dorín Cabrera me puso de último. Esa fue una de las pocas cosas que me hicieron. Dentro de mi partido fue peor, ahí me ponían zancadillas, todos. En el cuatrienio 1986-1990, yo estaba en primera línea, porque los políticos nuestros estaban acusados de utilizar un dinero que manejó el difunto Rafael Flores Estrella, que no tocó un solo centavo de eso, que era un hombre honesto, pero Balaguer para destruirlos a todos, los sometía, como al pobre Jorge Blanco. Entonces, los viejos robles le escribieron a Balaguer diciendo que el candidato de la unidad podía ser José Rafael Abinader; y Balaguer dijo, paseando por el Mirador, que esa era una propuesta que merecía ser analizada, pero ningún periódico la publicó. No quisieron que yo encabezara una administración pura y diáfana. Ojalá que el país tenga el gobierno que merece, ojalá que suceda antes de que yo muera, no tengo muchas esperanzas, quizás si gana Luis, mi hijo.

9. Honorable cabo…
Cuando Trujillo creó las escuelas rudimentarias rurales, en todos los campos, hasta el quinto nivel, yo era bachiller en Ciencias Matemáticas y cursaba las Ciencias Sociales, un profesor en Navarrete se enfermó y el inspector de Educación fue a la normal a buscar un profesor y le dijo al director que yo era bachiller y me mandaron a mí. Yo fui y le di un repaso a los estudiantes, porque solo faltaba un mes para la graduación y los preparé. Para la graduación se hacía una gran fiesta, entonces fui por la tarde y le pregunté al director que a quién invitaba a la graduación y me dice: ´el principal funcionario aquí es el cabo, invítalo´, y le digo: ´¿cómo comienzo mi discurso?´ y me dice: ´oh, así: honorable cabo… ´y así comencé.

10. La política
Me arrepiento del tiempo que le dediqué a la política. En la política gasté mucho dinero, porque como yo combatía la corrupción y dicté una conferencia sobre ese tema en la Universidad de Harvard, quedé fichado, me señalaron con el dedo y dijeron: ´este no va a permitir que nos hagamos en el gobierno´. Me siento políticamente fracasado y amargado, porque las encuestas dicen que solamente un 10 por ciento de la población castiga y condena la corrupción. Y un país donde el 90 por ciento ni castiga, ni condena la corrupción está destinado a ser corrupto toda su vida. Abomino y soy contrario a la corrupción. Los políticos serios no llegan al poder, yo soy una muestra, pero estoy bien gracias a Dios y he vuelto a escribir. Estoy escribiendo mucho, tratando de compensar el tiempo que me robó la política. Estoy escribiendo mis memorias y un guión muy bueno, para filmar una película, pero no puedo revelar el tema. Escribí un libro, que lo van a traducir al idioma inglés, que se llama “El Globo: Una moneda mundial”, en el que propongo la instauración de una moneda mundial. También estoy escribiendo una novela.

Quiero recuperar el tiempo que perdí, los 30 años y pico que invertí en la política, que para mí fue un tiempo estéril y frustrante. Estoy totalmente retirado de la política. Mi hijo, Luis, tiene la suerte de que a mí me tocó combatir a dirigentes que eran ya consagrados y él ha encontrado un espacio bueno. Si pudiera repetir mi vida, no incursionaría en la política, por lo menos en este país, quizás en uno donde se respete la ley y se castigue a los delincuentes.

Fuente: ElCaribe.com