Durante la cena de Nochebuena mi hijo Oscar me despertó la atención sobre un artículo publicado ese mismo día en un diario digital que financia un connotado pepehachista y cuya especialidad es proferir todo tipo de ataques contra el expresidente Leonel Fernández.
Cesar Medina

Los argumentos y las firmas es lo que menos importan. Mientras más difamatorios y degradantes, más se destacan los ataques a Leonel en ese desaguadero digital. Sólo Vincho Castillo y sus hijos le disputan ese honor a Leonel.



Lo que llamó esta vez la atención de Oscar no fueron las acusaciones tan altisonantes como mentirosas y falaces que se vierten en ese artículo, sino quién lo firma, el economista Eduardo Tejera, a quien en lo personal distingo y valoro como gran profesional, ex embajador en Canadá, porque fui testigo de excepción del trato solidario de Leonel con él cuando la delincuencia se cebó contra su familia.

Leonel inició el 16 de agosto de 2004 su segundo período como Presidente y una semana después la familia de Eduardo fue vejada por unos delincuentes. Lo vi desgarrado de dolor, y como padre me estremeció la angustia.



Me correspondió asumir la defensa pública de Eduardo, por lo que también fui mediador con el Presidente para que se protegiera el honor de su distinguida familia.

Entonces Leonel asumió como suyo el caso de Eduardo, dio instrucciones precisas al jefe de Policía para que actuara con energía y prontitud en ese caso y no vaciló ni siquiera un segundo para designarlo embajador en Canadá en cuanto se llenaron los formalismos que impone la diplomacia.

Su derecho legítimo…

Eduardo Tejera es un gran ser humano y excelente economista, es miembro del Partido Revolucionario Dominicano desde hace muchos años y a ese partido ha rendido importantes servicios profesionales y políticos.

Su coherencia es correcta y nadie puede exigirle que actúe de forma distintaÖ Menos aún se le puede regatear su derecho a defender su partido en los escenarios que juzgue convenientes, a través de los medios de comunicación, en la asesoría profesional, en la militancia activa y hasta en la calle si así lo desea.

Para hacerlo, sin embargo, no es necesario enajenarse el respeto y la consideración que ha sentido siempre por él el presidente Fernández. Y menos aún pagarle esa distinción con agravios gratuitos, con insultos, llamándole corrupto y pervertidor de la política.

Porque expresiones como esas deberían quedar en la exclusividad de personas que no tienen argumentos para el debate con altura, para la oposición respetuosa y el disenso político. Ese no es, precisamente, el caso del doctor Eduardo Tejera.

…Es que tiene mala suerte

Tampoco está nadie obligado a la gratitud eterna. El agradecimiento no constituye una obligación, pero es un sentimiento noble que engrandece a quien lo siente y lo expresa en el momento oportuno.

Un ciudadano que llega al servicio público por decreto presidencial ñmás aún si sirve en el Cuerpo Diplomático Internacional, va a sacrificarse más que a servirse del cargo. Consecuentemente, un Presidente y un gobierno deben ser los agradecidos con ese ciudadano.

Pero es diferente cuando una razón de fuerza mayor, en especial si se trata de razones familiares, conllevan a la designación de un jefe de una misión diplomática como la mejor alternativa para salir del país a curar un daño agravado a la familia.

En eso Leonel Fernández fue excesivamente generoso y consecuente con amigos y conocidos. Lo fue con Eduardo Tejera….

¿Por qué maltratarlo si Eduardo le puede hacer oposición con decencia y altura?