PARÍS. El escandaloso manuscrito de «Los 120 días de Sodoma», redactado por Sade en la prisión de la Bastilla en 1785 y luego escondido, robado, disputado y vendido por casi 10 millones de dólares, regresa a París para ser expuesto en el año del bicentenario del «divino marqués».

Sodoma



Violaciones, pedofilia, coprofagia, incesto, torturas, mutilaciones y asesinatos: la obra más extrema de Sade, calificada por el propio autor como «la más impura jamás realizada desde que el mundo existe» fue repatriada a Francia tras un periplo digno de novela.

Donatien Alphonse François de Sade, nacido el 2 de julio de 1740 y fallecido el 2 de diciembre de 1814 en el asilo de Charenton, pasó 27 años de su vida preso, cautiverio que convirtió al libertino en escritor rebelde.



Su obra más escandalosa narra la historia de cuatro hombres poderosos que se encierran en un castillo a principios del siglo XVIII con 42 víctimas sometidas a su poder absoluto durante 120 días. Consiste en un minucioso catálogo de perversiones sexuales y sufrimientos insostenibles, calificado por el escritor Jean Paulhan como «el evangelio del mal» y que en 1975 inspiró la película «Saló» a Pier Paolo Pasolini.

Escrito de puño y letra por el marqués en un rollo de papel de 12 metros, el documento recién llegado de Ginebra se encuentra en perfecto estado de conservación, constató la AFP.

«Este manuscrito excepcional, robado en 1982, denunciado a Interpol y objeto de disputa entre dos familias, regresó finalmente a Francia al término de una historia increíble. Pero fueron necesarios tres años de arduas negociaciones», relata su nuevo propietario Gérard Lhéritier, presidente de la sociedad bibliofílica Aristophil y del Museo de Cartas y manuscritos.

El empresario desembolsó en total 7 millones de euros (9,6 millones de dólares) por el codiciado documento, que se convirtió en uno de los tres manuscritos más caros conservados en Francia.

El rollo de esta obra mítica redactada a escondidas de los carceleros por Sade, está asegurado por la Lloyds en 16,5 millones de dólares y será presentado al público a partir de septiembre en el Instituto de Letras y manuscritos de París.

Gérard Lhéritier lo compró a Serge Nordmann, hijo del coleccionista suizo Gérard Nordmann. «Una parte de los 7 millones de euros fue para la familia Nordmann, propietaria legal del rollo, según la justicia suiza, y la otra parte fue para Carlo Perrone, heredero de Nathalie de Noailles, propietaria legítima del manuscrito, según la justicia francesa», explicó Lhéritier, que quiere hacer clasificar al documento como ‘Tesoro Nacional’ para que se quede en Francia y termine algún día en el acervo de la Biblioteca Nacional.

Pero el regreso a París de los «120 días» (o «jornadas», según la traducción) es sólo el último episodio de una larga historia.

– «Lágrimas de sangre» –

En 1785, por temor a que la obra sea incautada, Sade copia sus borradores, con letra minúscula y apretada, sobre las dos caras de un rollo de papel de 12 metros de largo compuesto por hojas de 11,5 cm de ancho pegadas unas tras otras, que el marqués disimula en la pared de su celda, relata Lhéritier.

La noche del 3 al 4 de julio de 1789, Sade es trasladado al asilo de Charenton para evitar que siga arengando gente desde su celda, donde queda oculto el manuscrito. El marqués lamentará hasta su muerte la pérdida, desgracia que según él le arrancó «lágrimas de sangre».

Pero el manuscrito fue hallado antes de que se destruyera la Bastilla durante la Revolución francesa y fue vendido al marqués de Villeneuve-Trans. Su familia lo conservó durante tres generaciones.

A fines del siglo XIX, el documento fue vendido a un médico berlinés, Iwan Bloch, considerado por algunos como el primer sexólogo, que publica en 1904 una versión con varios errores. En 1929, Charles y Marie-Laure de Noailles –aristócrata francesa descendiente del marqués de Sade por parte de su madre–, adquieren el manuscrito y publican una edición cuya difusión es limitada, para evitar la censura, a los «bibliófilos abonados».

Su hija Nathalie de Noailles confía el manuscrito a su amigo el editor Jean Grouet. Unos meses más tarde, el editor se disponía a devolverle manuscrito pero…¡oh, sorpresa! Había sido robado.

Grouet había vendido en realidad el rollo por 300.000 francos (unos 70.000 dólares) al coleccionista suizo de obras eróticas Gérard Nordmann. Siguió una feroz batalla en los tribunales.

Francia pronuncia su fallo en junio de 1990: el manuscrito había sido robado y debe ser devuelto a la familia de Noailles. Nordmann adquirió legalmente el documento y «su buena fe quedó demostrada», concluye por su parte el tribunal federal suizo, en mayo de 1998.

En 2004, el manuscrito es expuesto por primera vez en la fundación Bodmer, cerca de Ginebra. Pero los franceses advierten que si llegara a atravesar los Alpes, sería incautado y restituido al hijo de Nathalie de Noailles, Carlo Perrone.

Finalmente, los herederos de Gérard Nordmann, fallecido en 1992, acceden a vender el engorroso tesoro que huele a azufre.

AFP