El Papa Francisco autorizó a comulgar a una argentina, casada hace 19 años con un hombre divorciado, contó hoy la mujer que recibió una llamada telefónica del Sumo Pontífice desde el Vaticano, en respuesta a un correo electrónico que ella le envió el año pasado.

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“En septiembre del 2013 le escribí un mail al Papa, porque es argentino y uno se toma estas confianzas de creer que te contestará y me respondió el lunes último”, contó Jacqueline Lisbona, de 47 años, en declaraciones a radio Del Plata.

El Papa llamó a la mujer a su casa para decirle “que podía volver (a la Iglesia). Eso haré en algún momento. Me dijo que estaban tratando este tema” en el Vaticano y que “el divorciado que comulga no está haciendo nada malo”, agregó.



Lisbona vive en la ciudad de San Lorenzo, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, y dejó de ir a la Iglesiapor sentirse “una católica de segunda”, según le contó al Papa en el correo.

Casada por civil con Julio, un hombre divorciado que en su primer enlace había contraído matrimonio por civil y por la Iglesia, Lisbona relató que hace una década que no podía tomar la comunión.

“A mí me dijeron que no podía comulgar y yo lo cumplí. Ese cura lo supo (que estaba casada con un divorciado) porque me fui a confesar, si no, no se hubiera enterado y no habría pasado nada”, advirtió.

“A lo mejor muchas personas comulgan sin confesarse porque no sienten que vivan en pecado”, indicó la mujer. “La verdad es que estas cosas son del siglo más que pasado”, agregó al sostener que ese mensaje del párroco la había alejado totalmente de la Iglesia.

De familia católica, como el 75% de los argentinos, Lisbona recordó que de niña iba a misa todos los domingos pero luego se fue alejando y después de aquel episodio “estaba más enojada y no iba más”.

“Sé que es increíble, volveré a la Iglesia, pero me quiero tranquilizar y lo quiero hacer con mucha fe. El Papa solo me pidió que no vaya a la iglesia de mi barrio”, agregó.

Dijo que no atinó “a preguntarle nada” a Francisco sobre el alcance de la autorización a comulgar.

La conversación se cerró con una bendición familiar y luego “lloramos todos, por la emoción y la alegría, fue un llanto colectivo”, reveló Lisbona.

AFP