NUEVA YORK._ Jasmine Figueroa, una madre dominicana que residía en  el Alto Manhattan y que hacía 11 años y 23 días, recibió un trasplante del corazón de un hombre, murió el lunes de la semana pasada a los 37 años de edad.

985C5847-0284-467D-9F29-8DE05C7E2B43.jpg__600__450__CROPz0x600y450La señora Figueroa, quien después de ser trasplantada el 3 de mayo del 2003 en el hospital Presbiteriano, le pidió a Dios que la dejara vivir por lo menos hasta los 80 años de edad, para poder criar a sus dos hijas.



Los familiares dijeron que ella sufrió un paro cardíaco y que fue ingresada en la emergencia del hospital Bronx Lebanon, donde los médicos, no pudieron salvarla.

Una de sus hijas, Amber, graduada con honores en la secundaria, entrará a la universidad este año.



Seis años después del trasplante, la madre dominicana, dio a luz a otro hijo, quien estudia para ser un chef de cocina.

Falleció, a los 11 años y 23 días de haber conseguido el donativo del corazón, que los cirujanos le extranjero al difunto Barry Ellison Carleton. El hombre tenía 21 años de edad, cuando murió y la madre, Donna Carleton, autorizó la donación del corazón para la madre dominicana.

Figueroa, fue velada en la funeraria Ortiz del Alto Manhattan y se le hizo una misa de cuerpo presente en la iglesia Santa Elizabeth de la avenida Wadsworth.

«Ella era mi hija, mi apoyo y mi mejor amiga», dijo la señora Eneida Figueroa, la madre de la fallecida, destrozada por el llanto y el dolor.

John Almodovar, un primo de la madre muerta, le había prometido velar por las hijas, Amber de 18 y Eliana de 6.

«Sabíamos que cualquier cosa podía suceder en cualquier momento», dijo el acongojado primo. «Ella me decía que su tiempo era corto, y que lo más importante son sus hijas», añadió el primo.

Hace tres meses, Figueroa, desarrolló una bacteria infecciosa y durante varias semanas, estuvo hospitalizada en el nosocomio en el que le hicieron el trasplante.

Pero, se sentía desesperanzada, porque tenía temor de que la infección no hubiera desaparecido totalmente.

La madre, relató que cuando volvió al cardiólogo, el especialista que estaba «bien».

En el funeral estuvieron más de 100 familiares y personal del hospital, que se relacionó con ella a través del tratamiento y el trasplante.

Parientes, amigos y allegados de la madre dominicana, la describieron como una mujer servicial, y entregada completamente al cuidado y buena crianza de sus hijos.

Su familia y la del donante del corazón, se reunieron por primera vez en el 2004 y se mantuvieron en relación desde entonces. La difunta y su esposo Ralph, decidieron bautizar a una de las hijas como Eliana, en honor al donante, que tenía una hembra con el mismo nombre.

Antes de morir, la madre dominicana, había autorizado la donación de su médula ósea para alguien en necesidad de ese órgano.

Por Miguel Cruz para Elnuevodiario.com.do