PARÍS. El presidente socialista francés François Hollande vive el período más sombrío de su mandato, con una impopularidad récord, desastrosas revelaciones sobre su vida privada y una economía nacional estancada.

Hollande



«¿Hasta dónde puede aguantar el presidente»? se preguntaba este viernes el diario conservador Le Figaro. «Inexorablemente, se acerca el momento en que François Hollande se hallará totalmente paralizado (…). Ese día, habrá que darle la palabra a los electores», asegura.

Hollande, que asumió la presidencia en mayo de 2012 tras ganar las elecciones presidenciales al anterior jefe de Estado, el conservador Nicolas Sarkozy, ha vivido dos semanas devastadoras, política, económica y personalmente.



El primer choque se produjo el 25 de agosto, cuando el primer ministro Manuel Valls presentó la dimisión de su gobierno, tras días de duras críticas del ministro de Economía Arnaud Montebourg contra la propia política económica del ejecutivo.

El nuevo gobierno, que sigue presidido por Valls, marcó un claro giro liberal, dejando de lado al ala izquierda del partido socialista, buena parte del cual se identifica cada vez menos con la política económica del gobierno.

Solo nueve días después de ser nombrado, el secretario de Estado de comercio exterior tuvo que dimitir el jueves, debido a problemas con el fisco.

Pero este incidente es menor si se compara con las mediocres estadísticas económicas y sociales, que ensombrecen la presidencia de Hollande: un crecimiento nulo y un récord histórico de desempleo (casi el 11%). Desde la elección de Hollande hace algo más de dos años, Francia cuenta con 500.000 nuevos desempleados.

– El golpe de gracia –

Finalmente, llegó esta semana lo que la prensa francesa ha llamado el «golpe de gracia»: la inesperada aparición del libro de la exprimera dama Valérie Trierweiler, de la que Hollande se separó en enero.

Se trata de un despechado ajuste de cuentas, en el que Trierweiler relata situaciones y anécdotas incómodas y algunas hasta devastadoras para el jefe de Estado francés.

Algunas partes del libro (titulado «Merci pour le moment», «Gracias por estos momentos») han provocado reacciones estupefactas. Trierweiler escribe de su expareja: «Se presentó como el hombre al que no le gustan los ricos. En realidad, al presidente no le gustan los pobres. Él, el hombre de izquierda, los llama en privado los +sin dientes+, muy satisfecho de su sentido del humor».

El gobierno francés ha intentado una contraofensiva para desacreditar el libro, presentado como una grotesca diatriba. Pero la curiosidad ha podido más que la «dignidad» reclamada por Valls, y el libro, en su primer día de ventas el jueves, se convirtió en el máximo «best seller» de los últimos cinco años en Francia.

– Bajo mínimos –

Los últimos sondeos de opinión reflejan la precaria situación de Hollande: según el barómetro de TNS-Sofres para el Figaro Magazine –realizado antes de la «bomba» provocada por el libro de Trierweiler– la popularidad del jefe de Estado cayó cinco puntos en dos meses, a apenas un 13%, récord histórico para un presidente.

«Su nivel de popularidad es tan bajo que difícilmente puede caer más», admite el politólogo Philippe Braud.

Por delante, le queda a Hollande un programa complicado: el 16 de septiembre, el gobierno tendrá que afrontar un voto de confianza en el parlamento sobre su política general.

Los socialistas tienen mayoría absoluta en la asamblea (290 escaños sobre un total de 577), pero hay que contar con unos 40 diputados rebeldes del ala izquierda del partido.

Si estos críticos con la política gubernamental hacen caer al gobierno Valls, una disolución del parlamento sería inevitable, y catastrófica para el Partido Socialista que claramente perdió las pasadas elecciones europeas y municipales ante la derecha y la extrema derecha.