Con todo y que se le haya reconocido su identidad, después, por supuesto, de una heroica lucha. Su ascendencia haitiana será la espina en el zapato para grupos recalcitrantes que no se resisten a que ostente la nacionalidad dominicana. Para esos sectores que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para el Desarrollo (ACNUR) la haya invitado a un simposio en Holanda ha sido la peor afrenta. Y de ahí la embestida para declarar a Gonzalo Vargas Llosa, el representante de la entidad, persona no grata.

Juliana Deguis Pierre



Son muchas, sin embargo, las vertientes que asoman en el fervor que irradian los mismos sectores que aplaudieron la sentencia del Tribunal Constitucional que convertía en apátridas a decenas de miles de seres humanos, solo por su origen haitiano, y que luego se levantaron contra el reglamento del Plan Nacional de Regularización. No acaban de aceptar la realidad y buscarán siempre un pretexto, como ha ocurrido ahora, para movilizarse contra los fantasmas que desde su punto de vista ponen en peligro la identidad y la dominicanidad.

El pecado de Vargas Llosa ha sido invitar a Juliana al cónclave en Holanda para exponer su experiencia en la batalla que libró para que no la despojaran de su identidad. Pero no se puede olvidar que el representante de la ACNUR es hijo del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, quien a propósito de la sentencia 168/13 escribió un artículo “Los parias del Caribe” que todavía hace roncha en los grupos nacionalistas. Como el escritor, por su peso e influencia, es una verdadera muralla, entonces hay que cargar contra su hijo, un comedido diplomático que no ha trascendido fronteras, contra quien se ha dicho de todo por cumplir con su misión de escuchar y difundir el testimonio de personas en condiciones vulnerables. La manipulación grosera no es presentar a Juliana Deguis como un ejemplo de apatridia. La grosería está en tergiversar aviesamente los roles para crear confusión en la opinión pública.



Es tan relevante el papel de Juliana en la batalla contra la apatridia a que la Junta Central Electoral (JCE) trató de someter a varios dominicanos de ascendencia haitiana, al despojarlos de sus documentos de identidad, y que luego ratificó el tribunal que preside Milton Ray Guevara, que ya el Departamento de Estado de Estados Unidos le había extendido una invitación para viajar a Washington a exponer en una sesión de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Pero no pudo hacer el viaje, porque carecía de papeles para salir del país a otro lugar que no fuera Haití. A pesar de las hostilidades nunca se rindió y hoy constituye un símbolo de la lucha por los derechos humanos.

Por Luis Pérez Casanova, para Elnacional.com.do