SANTO DOMINGO.La muerte a los 82 años del dominicano Óscar de la Renta cierra una vida, elegante y sobria como sus diseños, del primer gran nombre latinoamericano que abrió puertas en el exclusivo mundo de la moda al que puso por décadas su impronta.

Oscar de la Renta



Orgulloso de su tierra, siempre reivindicó su origen. Nació el 22 de julio de 1932 en Santo Domingo y fue el único varón entre siete hermanas, en el seno de una familia tradicional formada por un agente de seguros puertoriqueño y una dominicana.

Rodeado de mujeres en su infancia, desarrolló una sensibilidad particular para distinguir el glamour y lo romántico que encantan a las damas, e hizo de esas dos características el sello de trajes que lucieron las grandes divas de las últimas cinco décadas.



Se formó profesionalmente en España antes de trasladarse a Estados Unidos, donde se nacionalizó.

Desde Audrey Hepburn o Elizabeth Taylor, en sus inicios, hasta las más recientes celebridades como Madonna, Sarah Jessica Parker, Penélope Cruz, Gloria Estefan o Shakira, una pléyade de estrellas lució sus diseños.

Ello sin dejar de mencionar también a casi todas las primeras damas estadounidenses: desde Jacqueline Kennedy -que lo lanzó a la fama- hasta Hillary Clinton. Michelle Obama, sin embargo, no uso un traje suyo enojada por un comentario que el dominicano hizo sobre un suéter que lució en una visita al Palacio de Buckingham.

«Michelle es una mujer extraordinaria. Yo he tenido la suerte de que he vestido a muchas primeras damas, pero la moda hoy no es vestir a una primera dama, es vestir a todas las mujeres», dijo en una conferencia de prensa en Ciudad de México en 2010.

Su más reciente hito fue el diseño del traje que Amal Alamuddin lució en septiembre pasado al casarse en Venecia con George Clooney.

– De Santo Domingo a Nueva York –

Su familia lo envió a estudiar Artes en Madrid, donde se hizo modisto de la mano de Cristóbal Balenciaga, a quien siempre reconoció como su maestro.

Fue un traje que diseñó allí para la hija del embajador estadounidense en España, que apareció en una portada de Life en 1956, el que llamó por primera vez la atención sobre su nombre.

Luego viajó a París, donde trabajó como asistente de Antonio Castillo en la casa Lanvin antes de ser reclutado por Elizabeth Arden, con quien fue a trabajar en Nueva York en 1963.

Dos años más tarde, cuando tenía 33 años, De la Renta se lanzó a la entonces impensable aventura para un latinoamericano de construir su propio imperio de la moda y creó la compañía que lleva su nombre.

A la ropa, sumó pronto una línea de perfumes y accesorios, trajes de matrimonio que envidian las novias de todo el mundo y hasta una línea de ropa de hogar.

Fue reconocido como Diseñador del Año en 2000 y 2007 por el Consejo de Diseñadores de Estados Unidos, que le otorgó también un premio al conjunto de su carrera que recibió en 1990.

Pero mucho antes los Críticos Americanos de Moda lo galardonaron con el premio Coty (1967 y 1968) y también recibió el Aguja de Oro, en España.

De la Renta fue un perfeccionista. Me gusta saber «lo que se piensa y lo que debería ser cambiado o mejorado en cada pieza que mostramos», confió a la prensa hace dos años durante la presentación de una colección.

«No me gusta estar solo. De hecho, estar solo es mi talón de Aquiles», añadió el diseñador.

De la Renta tuvo un gesto de magnanimidad al invitar en 2012 a su colega caído en desgracia John Galliano, despedido de Dior, tras polémicas declaraciones consideradas antisemitas. «Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, especialmente alguien que tiene tanto talento como John», dijo entonces.

Se casó dos veces: con Françoise de Langlade, que renunció a su trabajo en la revista Vogue en Francia para ir detrás suyo en Estados Unidos y que murió en 1983 de cáncer de seno. Entonces decidió adoptar en República Dominicana a Moisés, uno de sus ocho hijos. Tras enviudar volvió a casarse con Anette Engelhard Reed.

Desde 2006 estaba aquejado por un cáncer que lo fue minando poco a poco, pero que no dejó traslucir. Su muerte fue comunicada discretamente con un leve cintillo negro en su firma en la página web.

Entre los múltiples reacciones a su muerte, la modelo Naomí Campbell publicó en twitter el que seguramente sería un apropiado epitafio: «Siempre serás el caballero de la moda».