“No te vayas que ya nos vamos”, dijo hermanito al adolescente que fue decapitado tras subirse en yola.

Niño decapitado



Una sábana blanca pegada a la pared con la foto de Kelvin Ramírez Almonte, de 15 años de edad, y una mesa con flores y velones, son el símbolo del difícil momento por el que pasa su familia tras haber encontrado su cuerpo sin cabeza a orillas del río Ozama.

En la galería de la casa, muy pobre y aún sin terminar, ubicada en la calle primera, Respaldo Sara Gabriela, en Santo Domingo Norte, Santa Almonte, madre del menor, contempla una foto de su hijo mayor junto a sus dos hermanitos.



En el entorno no hay lujo alguno, ni televisión, ni nevera, solo una cama y una estufa. La habitación del hijo que ya no volverá, no tiene piso. La cama donde dormía Kelvin está colocada sobre la tierra. Ni posters, ni computadora, nada que indique que era el espacio de un jovencito de 15 años. Mirar el lugar lleva a pensar que esa carencia pudo influir en la tragedia, al supuesto asesino le sirvió de anzuelo la mentira de que le daría pescado a su víctima.

El pasado miércoles, a las 11 de la mañana, Kelvin salió de la casa en una bicicleta que acababa de arreglar con sus hermanos de 13 y 11 años y cuatro amigos, con los cuales se fue a pescar para el río. Él era el mayor del grupo.

Su hermano Dariel Almonte, de 13 años, contó con tristeza lo sucedido: “El hombre llegó en una yola y nos preguntó quién sabía remar, todos nos quedamos callados menos mi hermano. Él dijo que sabía y yo le dije: “No te vayas, que ya nos vamos”. Pero no me escuchó, él le ofreció pescado, y Kelvin se fue”.

En el rostro de Dariel se nota el dolor que siente por la pérdida de su hermano, habla como si no creyera lo sucedido.

“El hombre volvió en la yola en media hora, le pregunté por mi hermano, me dijo que él nos esperaba en una parte del río que le dicen Los Cocos, me fui con su bicicleta y su ropa porque él se había ido en bóxer con el tipo porque nos estábamos bañando. Entonces, fuimos a la zona y lo llamamos, pero no respondió”, narra Dariel.

Cuando llegaron a la casa, los seis niños comunicaron lo que había sucedido y, según dice la madre, desde ese día empezaron a buscarlo y dieron parte a la Policía para que les ayudara a encontrarlo.

Narra la periodista Coralis Orbe para el periódico Listín Diario que dos días después, el cuerpo de Kelvin apareció sin cabeza. Al momento de llevarse a cabo esta entrevista, su familia pidió a la Policía que presionara al acusado del crimen, David Fermín de León (La Narra y/o El Pulpo), de 20 años de edad, para que dijera dónde está la cabeza de del menor. No obstante, ese mismo día, fue encontrada una cabeza en el río Ozama y el INACIF la está comparándola con tejido de Kelvin para ver si coincide.

“Tuvimos que enterrarlo el domingo, en Patología no nos entregaron el cuerpo hasta el sábado porque debían hacer la autopsia, de la cual conoceremos el resultado en dos meses”, expresó Almonte.

“Nos dolió mucho enterrar a mi hijo sin su cabeza”, lamentó.

La madre del menor no descarta que su hijo haya sido asesinado por más de una persona, porque dice, el acusado no iba a poder con el pesado cuerpo del menor.

Sobre las razones del crimen, hace conjeturas, como que la intención de matarlo era para sacarle los órganos. Aunque, aseguró que su cuerpo solo tenía una contusión en la mano.

Cómo dieron con el sospecho
La familia de Kevin no se conformó con dar parte a la Policía de su desaparición. Los vecinos le ayudaron a organizar una búsqueda por toda la zona del río Ozama.

Preguntando a todos los que andan por el río y dando las descripciones de cómo andaba vestido el joven que se lo llevó “a pescar”: una camiseta verde y un pantalón marrón, dieron con la dirección de su residencia.

“Fuimos a la casa del joven, hablamos con su papá. En un principio él no nos quería decir dónde estaba pero cuando le explicamos lo que había sucedido, lo mandó a buscar ”, expresó Santa Vicenta Almonte, tía de Kelvin.

Cómo era Kelvin

El adolescente que fue encontrado muerto y sin cabeza era un muchacho tranquilo que le gustaba el trabajo y cocinar. No estaba estudiando porque cuando lo fueron a inscribir al liceo matutino Aras Nacionales, en Villa Mella, no había cupo y quedó fuera. El último año que hizo fue primero de bachillerato.

Vivía con su madre, hermanos, tía y abuela (quien falleció) y sus primas en una casa sin lujos, donde una parte de ella no tiene piso.

Fue criado por su tía, Santa Vicenta, quien lo declaró, y los dos últimos años su madre biológica se mudó con ellos.

Según su madre, él estaba se iba a vivir un tiempo con su abuelo en la comunidad de Arenoso, Provincia Duarte. “Vino a buscar su ropa porque se iba a ayudar a su abuelo a trabajar hasta que empezara el nuevo año escolar”.

El sueño de Kelvin era irse del país a vivir con su papá a España y ayudar a su mamá y a su tía, quienes trabajan por temporadas en casa de familia y ahora están sin trabajo.

En su pequeña habitación sin piso y las paredes sin empañetar está su ropa, su cama deteriorada y su bicicleta, que él había reparado el pasado miércoles para ir a pescar, el mismo día que por última vez vio a su familia.