Londres. El responsable de Economía del Vaticano, el ­cardenal australiano George Pell, reveló ayer en la revista británica Catholic Herald que las cuentas vaticanas están más saneadas de lo que ?se pensaba, tras aflorar cientos de millones hasta ahora no contabilizados.

“Descubrimos que la situación es mucho más saludable de lo que parecía porque al­gunos cientos de millones estaban guardados en cuentas particulares de cada departamento y no aparecían en el balance”, contó Pell.



Todo ese dinero está depositado en cuentas de distintos departamentos y en su banco, el polémico Instituto para las Obras de Religión (IOR).

Cuando por orden del papa Francisco empezó a investigar el IOR, descubrió que, en contra de lo que en un principio se temía, el banco no estaba en peligro de bancarrota.



Aunque Pell admitió que, durante décadas, personajes “sin escrúpulos” se beneficiaron de la “ingenuidad financiera” del Vaticano para blanquear dinero sucio, la explicación que ofreció del sorprendente hallazgo fue otra.

El cardenal relató cómo “congregaciones, concilios y especialmente la secretaría de Estado disfrutaban y defendían una sana independencia”. “Los problemas se mantenían ‘en casa’, como era costumbre en la mayoría de instituciones, seculares y religiosas, hasta hace poco”, explicó Pell, quien señaló que muy pocos de esos departamentos “tuvieron la tentación de relatar al mundo exterior lo que ocurría”.

También dijo que es “importante subrayar que el Vaticano no está en quiebra”.

“Aparte del fondo de pen­siones, la Santa Sede está afrontado sus gastos, al tiempo que posee activos e inversiones sustanciales”, añadió el cardenal Pell.

Asimismo, explicó que el Vaticano no usó estándares contables modernos “hasta hace poco”, cuando Francisco “se dio cuenta de que el sistema financiero vaticano había evolucionado de un modo que resultaba imposible para cualquiera conocer qué estaba pasando en conjunto”.

El Papa nombró entonces un comité de expertos para examinar la situación y proponer un programa de reformas basado en dos principios: adoptar los estándares financieros internacionales y asegurarse de que las políticas y procedimientos del Vaticano son transparentes, dijo Pell. EFE