Puerto Príncipe. El presidente de Haití Michel Martelly y el primer ministro Evans Paul -hasta hace poco líder de la oposición- anunciaron el lunes un gabinete de unidad que debe buscar una salida electoral a la prolongada crisis de esta frágil democracia caribeña.

Haití no ha conseguido celebrar elecciones en tres años, y el mandato del congreso se venció el 12 de enero, lo que dejó al presidente Martelly gobernando por decreto, en un ambiente caldeado por protestas callejeras.



Martelly ha tratado de apaciguar la situación nombrando a Paul como primer ministro, y firmando un acuerdo para celebrar nuevas elecciones a fines de este año.

Pero la designación de Paul no fue ratificada por el congreso saliente por lo que su nombramiento, desde el punto de vista constitucional, sigue en entredicho.



De cualquier manera, Paul nombró este lunes un gabinete conformado por un total de 44 ministros y secretarios de estado.

El comunicado oficial señala que Paul eligió los ministros «en acuerdo con el presidente» y «de conformidad con la Constitución».

La mayoría de ministros provienen del anterior gobierno del ex primer ministro Laurent Lamothe, gran amigo y aliado de Martelly, quien renunció en diciembre pasado.

La designación de nuevo gobierno, que asumirá de inmediato, está dirigida a calmar a los manifestantes opositores, quienes tomaron las calles otra vez este fin de semana para exigir la salida inmediata del presidente Martelly, un popular cantante de música haitiana que entró en la arena política para buscar la presidencia en 2010.

Los opositores del presidente lo acusan de maniobrar parra sacar provecho de la crisis política del país, provocando el colapso del congreso.

En tanto, quienes respaldan a Martelly acusan a la oposición de frustrar la búsqueda de una salida a la crisis mediante el voto popular, pues aseguran que han boicoteado la aprobación de una nueva ley electoral que establecería la creación de una comisión para supervisar los sondeos.

Las tensiones internas aumentan la preocupación de la comunidad internacional de que la crisis afecte los esfuerzos de reconstruir Haití, luego del terremoto de 2010 y la epidemia de cólera que posteriormente golpeó al país.

Cinco años atrás, Haití ya era el país más pobre del hemisferio occidental, cuando el terremoto devastó la capital y las regiones vecinas, y dejó más de 300.000 muertos.

Antes de eso, el país con una población de 10 millones, había pasado por períodos de dictadura y brotes de violencia.

Las tropas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se desplegaron en el territorio haitiano desde 2004, tras la caída del presidente Bertrand Aristide que dejó al país a merced de enfrentamientos entre facciones y bandas armadas.

La misión, encabezada por un general brasileño, cuenta con cerca de 7.000 efectivos en buena parte de países de América Latina como Uruguay, Ecuador, Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Paraguay, además del propio Brasil.

El año pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU redujo el tamaño de la misión, que había sido reforzada tras el sismo. Pese a esta reducción la ONU nunca ha dejado de expresar su preocupación sobre la suerte de este país que comparte la isla de La Española con República Dominicana.

La semana próxima los embajadores de las 15 naciones que integran el Consejo de Seguridad llegarán a Puerto Príncipe como parte de una misión que se ha vuelto aún más urgente en el actual contexto político.

La designación del nuevo gabinete refuerza el acuerdo logrado el 11 de enero, por Martelly y los representantes de varios movimientos políticos de Haití para formar un gobierno de consenso y presionar por nuevas elecciones en 2015.

Un nuevo consejo electoral de nueve personas será creado, incluyendo representantes de la fe católica, protestante y vudú, así como de grupos de campesinos, mujeres, trabajadores y empresarios.

El acuerdo fue bienvenido por Estados Unidos y la Unión Europea, pero no fue formalmente ratificado por el saliente congreso haitiano, antes de terminar su mandato.