Por Jairol J. Pacheco R.

Debido a la problemática que ha traído consigo la decisión de remodelar la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, se ha despertado mi interés de esbozar un análisis sobre el tema, como siempre, desde la perspectiva de la imparcialidad.



El conflicto de la facultad consiste en que los estudiantes que habían seleccionado materias a ser impartidas en ella, por estar esta inhabilitada, no sabían dónde ubicar a sus profesores, y mucho menos el lugar donde tomarían clases. Recordemos que antes de iniciarse los trabajos de remodelación, en humanidades habían 52 aulas y 4,000 sesiones con 16, 461 estudiantes inscritos.

El 21 de octubre del 2014, el Rector Iván Grullón anunció que se habilitarían 80 aulas en cuatro edificios de la universidad para reubicar a los estudiantes. Dicho esto, ustedes se preguntarán: ¿Qué ha pasado que aún hay muchos estudiantes sin aula asignada? Para responder esta pregunta, se debe mirar mas allá de la cerca, pues, aunque el Rector tenía un plan para evitar el caos que impera hoy día en esta facultad, algo más grande impidió una solución eficaz para esto: La UASD está en quiebra. Si, la Primada de América no tiene ni para pagar los salarios, según comprobé, cuando el pasado mes de enero se retrasaron varios días en el pago.



La UASD está enfrentando dificultades económicas pavorosas que le impiden un funcionamiento óptimo, y para comprender mejor esto, cabe destacar que en el año 2014 la UASD recibió del Presupuesto General del Estado el monto de RD$ 7,128,170,910.00, la cooperativa presentaba un déficit de RD$ 200,000,000.00 y hasta de la energía eléctrica se debían RD$ 236,000,000.00, que comparado con el 2015, se nota que la situación se ha agravado ya que este año solo recibió del Presupuesto General del Estado la suma de RD$ 6,996,776,568.00 percibiendo RD$ 131,394,342.00 menos que el año anterior (cuando lo correcto hubiera sido que aumentara, debido a la inflación), y el déficit de la cooperativa aumentó a los RD$ 400,000,000.00, el doble de la cifra del 2014.

Por lo expuesto anteriormente, se colige que la universidad pasa por un momento de crisis que se ve traducido tácitamente en la tardanza de la ejecución del plan para reubicar los estudiantes de humanidades. Debemos remediar esto, por ello tenemos que aportar buenas ideas y que, conjuntamente con las autoridades universitarias, solucionemos estos inconvenientes. No solo el de reubicar los estudiantes de humanidades, sino el de la insuficiencia económica que va mas allá de lo controlable.

Seamos comprensivos y sumerjamos la impaciencia en la tranquilidad. Continuemos manteniendo la paz en la universidad y que la docencia no sea interrumpida, ya que para lograr que un problema se solucione, es más viable realizar propuestas de cómo enmendar el inconveniente, que solo quedar en exigencias subjetivas. Si trabajamos todos en elaborar un plan sistemático con la finalidad de buscar soluciones, se arribará a una condición favorable para todos. Recordemos y sigamos las palabras del antiguo filósofo chino Confucio, cuando dijo:

“No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación”.

Construyamos unidos nuestro destino. Hasta luego.