crop_franciacharliehebdoParís – Cuando se cumplen siete semanas desde el ataque terrorista contra el «Charlie Hebdo», el semanario satírico inunda hoy los quioscos franceses con su segundo número tras la tragedia, un regreso al espíritu irreverente de una cabecera que distribuirá dos millones y medio de ejemplares.

La nueva «primera» muestra a un perro a la carrera sosteniendo entre los dientes su «Charlie Hebdo» mientras huye de la jauría que lidera el expresidente Nicolas Sarkozy transformado en caniche junto a un pitbull con los rasgos de la ultraderechista Marine Le Pen, algunas de las clásicas dianas predilectas del semanario.



«C’est reparti!» («¡Volvemos a empezar!»), avisa la portada, obra del dibujante Luz, con una frase que devuelve las páginas de «Charlie» a su ambición habitual: «Reír para despertar la reflexión del lector», como recuerda su editorial.

Firmado por el hoy director de la revista, el viñetista Laurent Sourisseau «Riss», sus líneas rememoran los sangrientos sucesos del pasado 7 de enero, una demostración -asegura- de que «todavía hace falta tiempo y sangre para que las religiones acepten definitivamente el contrato democrático».



«Los asesinos se dejaron encerrar en el confort de la religión, que proporciona todas las respuestas y ahuyenta la reflexión; la duda es el peor enemigo de lo religioso y en ‘Charlie Hebdo’ nos pasábamos el tiempo dudando», concluye el dibujante, aún convaleciente del balazo en la espalda que recibió en el ataque.

Y aunque no con la masiva afluencia que sucedió al primer número postatentado, los lectores volvieron a secundar «las dudas de ‘Charlie'» en los quioscos, muchos de los cuales mostraban esta mañana el cartel de «agotado».

«En relación con la anterior edición, esta ha provocado menos filas», reconoce a Efe Julien, un quiosquero parisiense, quien sí observa un ritmo de venta «mucho más importante» que el registrado por los números previos al atentado, cuya tirada media apenas superaba las 60,000 copias.

La revista tiene previsto imprimir 2.5 millones de ejemplares en esta ocasión, después de superar los ocho millones con la histórica edición especial que sucedió al ataque, en el que perdieron la vida doce personas.

«La gente se va calmando -reflexiona Julien-, con el primer número tuve que tranquilizar a varios clientes que no estaban dispuestos a irse de vacío. Hoy, en cambio, no ha habido ningún problema».

Frente a su quiosco, instalado en los Grandes Bulevares parisienses, el matrimonio Chardon presume orgulloso de su ejemplar de «Charlie Hebdo» mientras un goteo constante de lectores se acerca para adquirir su copia del semanario.

«Vivimos en provincias y no pudimos comprar el primer ejemplar. Es el primer número normal de la revista tras el atentado y queríamos echar un vistazo a sus páginas. Nunca lo habíamos leído antes», admite a Efe Victor Chardon ante la mirada seria de su esposa.

Para este ebanista jubilado, hacerse con un ejemplar constituye todo «un gesto por la libertad de expresión», aunque no deja de preguntarse si sus páginas son «muy satíricas o incluso demasiado»: «No tengo respuesta a esa pregunta», sentencia.

A ese tono se refiere precisamente «Riss» en una entrevista publicada hoy por el diario «Le Parisien», en la que descarta volver a publicar caricaturas de Mahoma a corto plazo: «No renunciamos a nuestras convicciones, pero queremos pasar página».

«‘Charlie’ sigue siendo una diana y no nos vamos a someter, no vamos a cerrar la boca», confirma un «Riss» que cuenta con vigilancia policial permanente y contra quien un diputado paquistaní ha emitido recientemente una fetua.

En los últimos días se ha sabido que algunos de los colaboradores de la publicación, como la columnista de origen marroquí Zineb El Rhazoui, continúan recibiendo amenazas de muerte, una rutina habitual para Charb, Cabu, Tignous, Wolinski y Honoré, las plumas asesinadas por los hermanos Said y Cherif Kouachi.

«Nuestro homenaje -sentencia «Riss» en su memoria- pasa por hacer un periódico que no les avergüence». EFE