Panamá. Las Américas iniciaron «un punto de inflexión» este fin de semana. Por primera vez en más de cincuenta años, los presidentes de Estados Unidos y de Cuba -archienemigos durante más de medio siglo- hablaron «francamente».

Raul Castro y Obama



En lo que hubiera sido un hecho imposible de creer hace apenas unos años, el presidente estadounidense Barack Obama y su par cubano Raúl Castro conversaron durante más de una hora, en la VII Cumbre de las Américas, que se celebró el viernes y sábado en Panamá.

El histórico diálogo «marca un antes y un después no sólo entre Estados Unidos y Cuba, sino que augura una mayor cooperación entre los países del hemisferio», celebró Obama tras la reunión a puertas cerradas.



Obama también dialogó, aunque brevemente, con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, uno de sus principales adversarios en la región.

«Ésta es la cumbre de la reconciliación», afirmó Carlos Malamud, analista del Real Instituto Elcano, basado en Madrid.

El encuentro entre Estados Unidos y Cuba sella el proceso de acercamiento que estos países anunciaron el 17 de diciembre y pasa la página a uno de los episodios más álgidos de la Guerra Fría.

Finalmente, cincuenta y seis años de después del triunfo de la revolución que encabezó el líder comunista Fidel Castro, su hermano Raúl, de 83 años, se reconcilió con Estados Unidos.

«Ha sido una historia complicada la de nuestros países», admitió Raúl Castro. «Pero estamos dispuestos a avanzar» y a «discutirlo todo», afirmó.

Es, sin lugar a dudas, un magistral estreno para la isla comunista en este foro, del que siempre estuvo excluida desde su creación hace 21 años a instancias de Washington.

«La Cumbre ha supuesto un espaldarazo para las negociaciones bilaterales de Estados Unidos y Cuba y, sobre todo, hacen cada vez más difícil una vuelta atrás, por parte de ambos bandos», añadió Malamud.

Cuba exige a Estados Unidos la derogación completa del embargo comercial que desde 1962 asfixia a su economía y recuperar Guantánamo, donde Washington tiene una base naval.

Estados Unidos quiere por su lado ver verdaderos avances en temas de derechos humanos en la isla comunista.

Pero no todos celebraban. «Este presidente mostró que está dispuesto a hacer lo que ninguno de sus predecesores de ambos partidos jamás hubiera hecho», lamentó el senador norteamericano Ted Cruz, cubano-estadounidense y candidato a la investidura republicana para la presidencial de 2016.

«La sola participación de Cuba en este cónclave es un acto flagrante», fustigó el disidente cubano Jorge Luis García Antúnez, horas antes de iniciar la reunión.

Pero el camino ya fue trazado.

«Tanto Obama como Castro han dejado claro, a quienes se oponen internamente a su iniciativa, que ellos son quienes están al mando», destacó Malamud.

– El presidente de la paz –

La gran duda era si Maduro iba a aguar la fiesta, luego de que Obama declarara en marzo a Venezuela como una amenaza para su seguridad nacional e impusiera sanciones contra siete funcionarios venezolanos.

Pero incluso Obama y Maduro dialogaron por primera vez, desde que este último es presidente.

Obama le reiteró que el «interés de Estados Unidos no era amenazar a Venezuela, sino apoyar la democracia, estabilidad y prosperidad en Venezuela», dijo Katherine Vargas, portavoz de la Casa Blanca.

Durante las sesiones plenarias Maduro sorprendió con una declaración dirigida a Obama: «Yo le tiendo mi mano para resolver los asuntos» entre Estados Unidos y Venezuela.

A cambio, el presidente venezolano exigió a Obama que derogue el decreto «desproporcionado». Con la premisa de que un enemigo de mi amigo es mi enemigo, Argentina, Bolivia y Ecuador mostraron su apoyo incondicional a Venezuela.

«Hemos dejado de ser la región obediente, doblegada y sumisa», exclamó el presidente boliviano, Evo Morales.

«Ésta es una agresión no sólo contra Venezuela, sino contra toda América Latina», añadió.

La revolución cubana iniciada en 1959 despertó décadas de un intenso sentimiento antiimperialista en todo el continente. Aunque desde entonces ha pasado mucha agua bajo el puente.

A nivel económico, la región que representa el 10% del PIB mundial y hace cinco años asombraba al mundo, hoy languidece, golpeada por la caída de las materias primas, un escaso dinamismo de la demanda global y la apreciación del dólar.