Decir la verdad se ha vuelto todo un reto para las personas, pues tergiversar u omitir algún suceso se ha convertido en un comportamiento recurrente para la mayor parte de la población. Algo que queda de manifiesto en la melodía pop “Una mentira que te haga feliz” de Ricardo Arjona, éxito que da a entender que para muchas personas esta conducta resulta una salida conveniente y espontánea frente a una situación compleja o desagradable.

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Si bien todos hemos mentido alguna vez, cuando esto se transforma en algo compulsivo y repetitivo, pasa a ser una patología.

Es por esto que se debe aclarar bien el concepto de mentira, el cual se refiere a una conducta cotidiana del hombre y se considera como uno de los recursos más útiles y deseables para conseguir lo que éste se propone. “Es un indicador de desarrollo cognitivo; pues para formularla se requiere de una intención clara y precisa”, sostuvo Ana María Salinas, Directora del Servicio de Psicología Integral SPI de la Universidad del Desarrollo de Santiago.



Asimismo, la experta afirma que “la mentira patológica, conocida como mitomanía corresponde a un cuadro anómalo caracterizado por la fabricación constante de falsedades, donde su contenido y extensión es desproporcionada para cualquier finalidad que se pretenda alcanzar. En su formulación, hay una intención de engaño que a la persona le resulta difícil controlar”.

A diferencia de la mentira común, la mitomanía se origina en motivaciones patológicas y mecanismos psicopatológicos. Cabe destacar que este comportamiento generalmente está asociado a otras psicopatologías o enfermedades mentales, tales como trastornos de personalidad límite, histriónico o narcisista; trastornos psicóticos o en la línea de la psicopatía, entre otros.

Asimismo, dicho trastorno ocasiona dificultades de adaptación en quienes lo padecen, como también un daño en las relaciones interpersonales de índole familiar y laboral, afectando incluso el desempeño en este último.

Cabe señalar que cuando la mentira pasa a ser un hábito, se transforma en un recurso convincente que se utiliza a diario por personas de todos los estratos sociales, edad y sexo. Se miente en temas específicos, en determinadas circunstancias y de forma ocasional para evitar las consecuencias de haber dicho la verdad.

A raíz de esta práctica, el sujeto pretende ganar prestigio, mejorar su imagen y la percepción que tienen de él, obtener afectos, bienes, manipular a las personas o simplemente dañar a otros con sus dichos.

Según el psicólogo Charles V. Ford, en su libro “Mentiras! Mentiras!! Mentiras!!!: La psicología del engaño”, detalla que el 40% de las personas mentirosas patológicas, tienen un historial de anormalidad cerebral y presentan discrepancias de rendimiento verbal.

Al respecto, un grupo de científicos de la Universidad de California del Sur, ha descubierto que el cerebro de los mentirosos compulsivos posee ciertas particularidades en su estructura que los diferencia de los honestos: el cerebro de los mentirosos tiene más sustancia blanca.
“Mentir supone un esfuerzo enorme. Tienes que suprimir tus emociones o regularlas para que no parezca que estás nervioso. Hay que eliminar la verdad y la toma de decisiones morales se lleva a cabo en la sustancia gris del lóbulo prefrontal”, según explica Ford en su ejemplar.

Pese a la falta de investigaciones en el tema, el autor en su texto manifiesta que existen 6 señales que permiten reconocer a una persona que es mitómana compulsiva o patológica:

1. Los mitómanos modifican sus historias todo el tiempo e incluso son incapaces de mantener una opinión sostenida previamente.
2. Suelen exagerar sus relatos acerca de alguna cosa en particular, sea la que fuera, desde la más simple hasta la más compleja.
3. Usualmente narran historias semejantes a las contadas por terceros, y las cuentan como vivencias propias.
4. Les gusta fantasear, pues viven una especie de realidad paralela. Incluso, le dan otro significado a los conceptos de mentira y verdad.
5. Defienden lo indefendible. Se escudan con argumentos falsos y sin remordimientos ante cualquier cuestionamiento de lo que han manifestado.
6. Son usualmente personas inseguras y con baja autoestima, pese a que nunca lo demuestran. Por tanto, con sus mentiras intentan cobrar una especie de poder alterno.

“Si bien, cabe señalar que para la mitomanía no existe un tratamiento específico, al abordarlo desde un enfoque psicoterapéutico se pueden obtener excelentes resultados. Lo importante es trabajar la psicopatología desde la base, entendiendo que la mitomanía corresponde a un síntoma de una problemática mayor del paciente, que desencadena en la persona un comportamiento como éste”, afirmó la experta de la UDD.

Por lo que, lo ideal es tratarlo desde las diferentes aristas e ir al trasfondo del por qué la persona ocupa esta técnica para vivir una vida paralela, donde crea un mundo alejado de la realidad.

Fuente: BioBioChile