El trágico caso de cinco menores que durante un aparente “juego” torturaron y asesinaron a un niño de seis años en el norte de México ha conmocionado al país y desatado la alarma sobre el impacto de la violencia vinculada al narcotráfico en los infantes.

Según el estremecedor relato de la fiscalía del fronterizo estado de Chihuahua, la víctima, Cristopher Raymundo Márquez, estaba “jugando” el jueves con un grupo de vecinos -dos niñas de 13 años, un niño de 11 y dos adolescentes de 15- cuando se dieron los macabros acontecimientos.



Sus vecinos “lo amarraron y le pusieron una vara en el cuello con la que lo semi asfixiaron”, señaló la fiscalía.

Cuando cayó al suelo, “le arrojaron piedras, le encajaron una navaja en la espalda y una vez sin vida lo arrastran hasta donde depositan el cuerpo”, una excavación superficial que cubrieron con tierra, maleza y un animal muerto “para que no llamara la atención”, añadió.



El asesinato ocurrió mientras los menores “jugaban al secuestro”, según medios locales de Chihuahua, una región azotada desde hace años por el crimen organizado.
La madre de Cristopher denunció el viernes su desaparición y el sábado las autoridades hallaron el cadáver del niño en el cauce de un arroyo en las afueras de la ciudad de Chihuahua, la capital estatal.

Entorno de “violencia extrema”
Para la fiscalía chihuahuense, este crimen “constituye más que un problema policíaco, un factor de descomposición social” y de “pérdida de valores”.

En esta región, a 1.400 km de Ciudad de México, miles de personas han muerto en los últimos años en el marco del combate militar a los cárteles de la droga.

Su urbe más poblada, Ciudad Juárez, es recordada porque llegó a ser el epicentro de la violencia del narcotráfico en México a raíz del feroz enfrentamiento entre los cárteles de Juárez y de Sinaloa.

Con frecuencia, los noticieros y los diarios regionales están dedicados a los crímenes de estas organizaciones que también se financian con secuestros y extorsiones a comerciantes y pobladores.

Los cinco menores implicados en el asesinato “son víctimas de un entorno de violencia extrema”, estimó para la AFP Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la ONG Red por los Derechos de la Infancia, quien asegura que en México existe una “presencia fuerte y cultural del crimen organizado y la ausencia de cultura de legalidad”.

niño mexicano

Los niños “reflejan lo que están viviendo cotidianamente” ante la ausencia de espacios para expresar y digerir el “baño de sangre” al que están expuestos, dijo.
Es un crimen “que rebasa una lectura de un caso criminal” y “rebasa la búsqueda de culpables”, consideró de su lado Sandy Poiré, directora de protección integral de la organización Save the Children.

La activista dijo que este problema tiene que ver con la manera en que se maneja la información sobre la violencia en el país haciendo explícitos asesinatos con cada vez más altos niveles de crueldad.

Las familias necesitan “apoyo para desarrollar patrones de crianza alternativos y no que reproducen la violencia”, añadió.

Una adolescente de 17 años, también de Chihuahua, envenenó y prendió fuego a sus padres adoptivos en 2013.

AFP