El merenguero Benny Sadel se aferra a la vida, y para ello, postrado en una cama de la unidad de cuidados intensivos del Jacobi Medical Center, de la ciudad de Nueva York, hace lo que le apasiona: cantar, en una demostración de la fortaleza que siempre hizo gala.
Un vídeo subido a las redes sociales por alguien que no reparó en la línea divisoria entre lo personal y lo público, entre lo humano y lo inhumano, muestra el esfuerzo de Sadel por cantar, fallido, porque es lógico que le falten fuerzas a pocos días de los médicos diagnosticarle una leucemia en estado avanzado.
Las redes sociales han convulsionado al mundo, una revolución que ha tomado desprevenidos a quienes hoy se convierten en promotores de los hechos más descarnados, sin reparar en el doble daño que hacen a los protagonistas de esas historias.
En la mañana de ayer el periodista José Antonio Aybar recibió el vídeo de marras, hecho por un amigo de la familia, en presencia de la esposa del intérprete merenguero, en el que se ve a Sadel en su cama de hospital.
Narra el ex presidente de Acroarte que recibió el video junto a otros colegas con la petición de no hacerlo público, porque se trata del estado crítico de un ser humano, por demás de una figura pública que en estos momentos necesita más solidaridad que exposición.
De nada sirvió la recomendación de no divulgarlo, cuando pasados unos minutos alguien lo subió a las redes sociales en una falta de solidaridad y respeto al derecho a la intimidad.
Un hecho reprochable, desleal e irresponsable hacia el artista y su familia.
La otra cara de la moneda
Desde primeras horas de la mañana de ayer comenzó a correr la noticia del internamiento de Benny Sadel, y de inmediato, a través de las redes sociales, colegas y admiradores iniciaron una cadena de oración por la recuperación del artista.
Benny inició su carrera profesional con el maestro Dioni Fernández en 1981, luego pasó a La Organización Secreta de Aramis Camilo.
En 1985 se lanzó en solitaerio y debutó con su orquesta grabando éxitos como “Qué pasará”, “Llorarás”, “La gente comenta”, entre otros temas.
Pero es en la década del 90 cuando Ysrael Casado convierte a Sadel en una de las figuras más preponderantes del merengue de entonces, al producirle dos álbumes con el estilo “Majao, majao”, de los que surgieron éxitos como “Te seguiré queriendo”, “La soledad”, “Cada vez más”, “Otro ocupa mi lugar”, “Dicen”, entre otros.
Ayer, la noticia conmocionó tanto a Casado que no podía conversar. Hace unos meses volvieron a reunirse, como en los viejos tiempos, en un estudio de grabación y pusieron la voz al nuevo merengue que hizo para Benny, bajo la producción ejecutiva de Engel Landolfi.
“Ese merengue lo hemos hecho con mucho cuidado, Benny sigue con la misma voz de sus inicios, es un gran cantante. Continuaremos con el proyecto seguros de que Dios le devolverá su salud para que disfrute del éxito que logrará este merengue”, reveló Landolfi al periódico El Nacional.