A Emma Coronel, la esposa del campesino pobre que construyó a su madre un palacete fortificado en la agreste sierra de Sinaloa, el capo de la organización criminal más grande del mundo, que controla el 60% del mercado de heroína en EE UU y que ha escapado dos veces de la cárcel a golpe de soborno como esos personajes de la películas de mafiosos, no le consta que su marido, Joaquín Guzmán Loera, sea un narcotraficante.

Como la devota pareja de un hombre amable y embelesado por sus dos hijas gemelas, se presentó este domingo Coronel, de 27 años, en una entrevista concedida a la cadena Telemundo. “No me consta que trafique con drogas. Estoy enamorada de él”, dijo con la cabeza ladeada y los ojos entreabiertos ante las cámaras la tercera esposa del Chapo, que ha decidido salir públicamente a defender a su marido después caer preso por tercera vez por culpa precisamente de un coqueteo con otra mujer, Kate del Castillo, la actriz mexicana de telenovelas que facilitó el sueño megalómano del capo de grabar una película sobre su vida, lo que la postre permitió a las autoridades mexicanas dar con la pista del jefe del cartel de Sinaloa.



En un adelanto del programa especial emitido en la versión estadounidense del canal latinoamericano, Coronel anunció en un tono melodramático que temía por la vida de su esposo en la cárcel. Durante la emisión completa de la entrevista, insistió en la dureza de las condiciones penitenciarias del Chapo. «No lo dejan dormir, no tiene privacidad ni para ir al baño»; «Hay perros custodiándole». Tras la cinematográfica huida del pasado verano, el Gobierno ha extremado las medidas de seguridad sobre Guzmán en un intento de evitar a toda costa una nueva fuga que asestaría un golpe nefasto a la ya maltrecha credibilidad de la seguridad pública mexicana.

Al preso 3870 de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano -la misma de la que escapó hace siete meses descolgándose por el plato de la ducha- se le cambia periódicamente de celda. Siempre esposado, cada desplazamiento es acompañado por perros que reconocen su olor y prueban su comida para evitar un envenenamiento. Las cámaras de seguridad, operativas las 24 horas, se han multiplicado hasta el millar y cada paso del reo es detectado por sensores térmicos.



El abogado de Guzmán también ha salido a la palestra para denunciar que su cliente apenas duerme y que está siendo tratado como “un zombi”. Las acusaciones del entorno del Chapo ha sido desmentidas por la Comisión Nacional de Seguridad, que asegura que se están cumpliendo los protocolos y respetando los derechos humanos.

Emma Coronel conoció a Joaquín Guzmán Loera en una fiesta en un rancho. Ella era tenía 18 años y acababa de ganar el concurso de reina de la belleza en Sinaloa. Él, 51 y era el amo de la mayor organización criminal del mundo. Ella bailaba en el rancho con su novio de entonces. Él se acercó con una sonrisa coqueta. Al rato, un hombre se acercó a la reina de la belleza y le dijo que el señor quería bailar con ella. “Por supuesto, le dijo yo. Porque en los ranchos aunque tengas novio tiende a bailar con todas las personas que te inviten”. Así explicó el comienzo del idilio, la supuesta sobrina de Ignacio Coronel, uno de los lugartenientes de su actual esposo, abatido por el Ejército en 2010. “No somos familia”, afirmó en la entrevista.

Emma Coronel

Fuente Elverificador.com