Un total de 907 casos confirmados de microcefalia y 198 muertes asociadas a esta malformación se registraron en Brasil desde el brote de zika en octubre pasado, según cifras oficiales divulgadas el martes.

Las autoridades aún analizan 4.293 casos sospechosos y descartaron otros 1.471.



Imagen de archivo AFP

Imagen de archivo AFP

El brote de zika y su potencial vinculación con malformaciones congénitas llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar una emergencia global.

Brasil detectó a fines de 2015 un aumento inusitado de esta malformación congénita -que daña irreversiblemente el cerebro y limita el desarrollo motor e intelectual de las personas- en el empobrecido nordeste del país, donde el virus zika tuvo una amplia circulación el año pasado.



El gobierno determinó en laboratorio que las madres de 122 bebés con microcefalia tuvieron zika aunque reparó que «el dato no representa adecuadamente la totalidad de número de casos relacionados al virus».

El ministerio «considera que hubo infección de zika en la mayor parte de las madres que tuvieron bebés cuyo diagnóstico general fue el de microcefalia», indicó el documento.

La media de referencia de casos de microcefalia en Brasil es de 150 anuales. La enfermedad deja secuelas irreversibles en el cerebro y su aparición también está asociada a madres que contrajeron sífilis, rubeola, toxoplasmosis u otros factores durante el embarazo.

Las autoridades estiman que un millón y medio de personas fueron contagiadas por el zika en Brasil, aunque es una cifra difícil de precisar pues hasta un 80% de los casos son asintomáticos.

Al igual que el dengue, la fiebre amarilla y la chicunguña, el zika es transmitido por el mosquito Aedes aegypti, que prolifera en aguas estancadas de regiones cálidas.

El mayor número de infecciones por zika en Brasil se concentra en la región del noreste, donde la población tiene menos ingresos y las condiciones de saneamiento son más precarias, lo que favorece la reproducción del mosquito.