LA SELLE-SUR-LE-BIED, Francia – Jacqueline Sauvage y Norbert Marot se casaron cuando eran adolescentes y, en este pueblo a 112 kilómetros al sur de París, construyeron la casa de sus sueños: de madera y piedras, con un gran jardín y una terraza.

Cuarenta y siete años después, en esa terraza, Sauvage le disparó a su marido en la espalda tres veces con un rifle de caza. Lo mató y, según ella, acabó con décadas de abuso físico. A finales del año pasado, la encontraron culpable de homicidio y la sentenciaron a 10 años de prisión.

Su caso ha atraído la atención de todo el país hacia la violencia doméstica que sufren las mujeres en Francia y la incapacidad de las instituciones de plantear una solución adecuada del problema.

Pero también ha generado una pregunta incómoda: si tu esposo abusa de ti durante años y un día decides matarlo, ¿se puede considerar defensa propia?

Ahora, a sus 68 años y como abuela de once nietos, Sauvage se ha convertido en un ejemplo para quienes desean modificar las leyes de homicidio para tener en cuenta a los asesinos que son víctimas de abuso doméstico.

En enero, más de 400.000 franceses firmaron una petición, iniciada por los abogados de Sauvage, para que el Presidente François Hollande redujera su condena; ahora están solicitando libertad condicional.

Lo que ha llamado la atención sobre el caso de Sauvage es el tiempo que duró el maltrato, que ni la señora ni sus vecinos lo reportaran y las pocas opciones que tenía a su disposición.

Pero en muchos aspectos este caso no es único. Cada año en Francia, 223.000 mujeres son abusadas física y psicológicamente por sus parejas, de acuerdo al ministerio responsable de asuntos familiares y derechos de las mujeres. Según la institución, apenas en 2014, 134 mujeres fallecieron a causa de maltrato por parte de sus esposos o parejas, y cinco mujeres mataron a sus cónyuges.

Una noche de septiembre en 2012, Sauvage dormía una siesta cuando su esposo, Marot, de 65 años, la despertó con un golpe en la cara para exigirle que le preparara la cena. En vez de ir a la cocina, Jacqueline sacó del clóset un rifle de caza, fue a la terraza donde su marido estaba sentado bebiendo whiskey y le disparó tres veces en la espalda.

Para ese entonces, Sauvage, que se casó a los 18 años, había perdido el contacto con sus padres, sus cinco hermanos y el resto de su familia, quienes no querían a su marido.

Nadie parece haberla conocido en La-Selle-sur-le-Bied, un pueblo de unos mil habitantes donde todos parecen pensar que lo que sucede en la familia de al lado no es asunto de nadie más.

“Ese tipo de cosas ocurren a puerta cerrada”, comentó un hombre que trabaja en el único bar del pueblo, le Bar de l’Amitié, el Bar de la Amistad, y que pidió permanecer anónimo porque en el pasado tuvo problemas con Norbert Marot.

En la intimidad de su hogar, el señor abusó física y sexualmente de sus tres hijas cuando eran adolescentes, según ellas, y también golpeaba a Pascal, su hijo. Jacqueline no lo sabía al momento de matar a su esposo, pero su hijo de 44 años se había suicidado el día anterior.

Los documentos de la corte muestran que Jacqueline y sus hijos se sentían amenazados constantemente por Marot, quien le dijo a su esposa que la mataría a ella y a los niños si intentaba dejarlo.
En una ocasión Jacqueline intentó suicidarse, pero el doctor que la trató nunca le preguntó por qué. Cuando su hija se quejó con la policía de que su padre la había violado, el oficial llamó a Marot, por lo que se vio obligada a retractarse por miedo a la reacción de su papá.

Catherine Le Magueresse, una académica especializada en la violencia en contra de las mujeres, dijo que el caso de Sauvage ha planteado preguntas sobre el fracaso de las instituciones francesas para ayudar a las mujeres golpeadas. “El sistema judiciario no está preparado para este tipo de cosas, y no se sabe mucho del fenómeno del control físico y psicológico”, afirmó.

Pero, añadió: “En los círculos feministas y en el sistema judiciario había cierta incomodidad con este caso porque cuando eres una víctima de maltrato físico y matas al que te abusa, te pareces un poco a él; estás eligiendo la violencia”.

La primera vez que Francia reconoció el abuso doméstico en su código penal fue en 1992 y en años recientes ha adoptado varias medidas para enfrentar el problema. Desde 2013 los doctores y parteras deben recibir entrenamiento sobre la violencia en contra de la mujer y, en 2014, se creó una línea telefónica gratuita para todo el país. Más entrenamiento para la policía y los trabajadores sociales también está previsto.

En la corte, Sauvage declaró que había actuado impulsivamente después de haber recibido un insulto más. Pero el jurado concluyó que no fue en defensa propia porque su esposo estaba de espaldas cuando le disparó. Habían pasado muchos minutos después de que él la golpeara.

Cuando el juez le preguntó repetidamente por qué había esperado tanto tiempo, Sauvage no pudo dar una respuesta convincente.

“Pero el jurado no consideró su historia”, sostuvo Janine Bonaggiunta, una de las abogadas de Sauvage. “Si llevas más de cincuenta años viviendo en peligro, ¿no es eso defensa propia?”.

Valérie Boyer, una integrante del parlamento francés, está preparando un proyecto de ley que, según ella, tendría en cuenta casos como este, en los que maltratan a mujeres por periodos largos. Sin embargo, no se trataría de otorgar una “licencia para matar” a estas mujeres.

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Jacqueline Sauvage aún debe pasar seis meses en un centro de detención donde la evaluarán especialistas. Además, debe pasar por otros procesos antes de que sea liberada. Pero, según sus abogados, por primera vez en mucho tiempo, ella ya se siente libre.

Fuente: NYTimes