Su trabajo resulta asqueroso para algunos visitantes deCentral Park. Le gritan insultos cuando retira de las calles el excremento de los caballos que tiran de los carruajes, pero al mexicano Javier Vázquez no le quita el sueño.

“No hago nada malo. Mi trabajo es honrado, aunque un poco sucio y pestilente”, dijo a Univisión Nueva York el residente de El Bronx. “La gente pasa a mi lado como si yo fuera invisible, pero alguien debe hacer este trabajo. La Ciudad me necesita para mantenerse limpia”.



Vázquez emigró de su país hace una década con el sueño de construir una casa para sus padres, quienes viven en Cuautla, Morelos. Trabajó en restaurantes y ahorró cada dólar para cumplir su promesa.

Gerardo Romo



Javier Vázquez ofrece una lección de vida con su trabajo dedicado.

Javier Vázquez ofrece una lección de vida con su trabajo dedicado.

“Le dije a mi madrecita que le haría su casa y se lo cumplí. Un hijo le debe todo a su madre”, comentó con emoción.

Javier contó que trabajó en un restaurante italiano en Midtown, pero su empleador no le pagó 13 semanas de salario y horas extra. Apenado, admitió que él y sus compañeros no hicieron nada para recuperar el dinero.

“Uno siempre tiene miedo de meterse en problemas. Se dice que tenemos derechos en este país, pero la verdad muchos no sabemos cómo reclamarlos”.

Sin dinero y desesperado por pagar el alquiler, Javier no dudó en solicitar el trabajo para asear las calles aledañas a Central Park cuando un compañero de piso la avisó de la vacante. Desde hace dos años, Vázquez recorre la zona con cepillo en mano y empujando una cubeta con ruedas.

“Muchos dicen que mi trabajo es feo, pero yo tengo la fortuna de ver Central Park durante todas las estaciones del año. Mi favorita es la primavera”, indicó. “Hay mucha belleza alrededor como para ponerme triste”.

Gerardo Romo

Javier contó que algunos peatones lo insultan.

Javier contó que algunos peatones lo insultan.

Pero algunos peatones lo miran con desdén cuando barre por debajo de los carruajes. Vázquez contó que algunos piensan que su labor es un servicio comunitario por violar la ley.

“Me han gritado sucio o hasta insultos más feos. Este es un trabajo como cualquiera, no entiendo la intolerancia de la gente”, se lamentó. “Mis oídos son sordos cuando las personas me agreden. Yo sólo quiero hacer mi trabajo lo mejor posible”.

El trabajador dijo que su horario de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. le permite una vida relajada. Su responsabilidad implica recorrer Central Park y limpiar las sobras de alimento y el excremento de los caballos. A veces le queda tiempo para observar los lagos, las esculturas y las flores en primavera.

Javier conoce a los caballos y sabe en qué sitios ensucian más. Es amigo de los jinetes y le gusta enseñar español a los bicitaxistas inmigrantes de Europa del este y África.

mexicano

“Al final del día me entra la nostalgia. Extraño las tortillas recién salidas del comal que hace mi mamá”, dijo. “Es muy duro estar lejos de mi patria, pero vine a trabajar y le debo mucho a Nueva York”.

Fuente: Univision.com